sábado, 11 de diciembre de 2010

Moratones por doquier

Salí a la calle mirando a todas partes; la calle estaba concurrida a esas horas, se dijo ¿menuda tontería, no conozco a nadie, y de todas formas si qisieran venir a por mi no creo que pudiera reconocer al hombre!, siempre se daba por hecho que sería un hombre, ¿curioso, no?.

El semáforo se puso en rojo y me paré pegada a los coches, mala costumbre, debería haber retrocedido más, pero tarde, cuando volaba por los aires mi mente tuvo tiempo de ver el Nissan rojo que se ajejaba después de haberme atropellado, mi cabeza reboto en el asfalto y oí el ruido sordo al chocar.

Desperté en el hospital, mi hijo con cara de susto estaba a mi lado.
- ¡Mamá! ¡mamá!
- Hola querido, no han podido conmigo ¿eh?
- Muy graciosa, estoy harto de todo esto, no quiero más sustos
- Reconocí el coche
- ¿Quién era?
- He dicho que reconocí el coche, no al conductor.
- Un Nissan rojo
- Muy graciosa
- Algo es algo
- Bueno no debes estar muy mal cuando tienes ganas de broma
- has llamado a la policía
- Llamaron desde el hospital, el inspector Arribas estuvo aquí hace dos días
- ¿Dos dís?, ¿cuanto tiempo llevo aquí?
- Tres días, y no sabían a qué atenerse, hasta para esto eres imprevisible.
- Estoy cansada y me duele todo
- Llamaré a la enfermera, tendrán que ponerte calmantes.


Cuando mi hijo despareció de la habitación, me incorporé, arrastré todos los aparatos a los que me tenían conectada, más lo que supuse sería suero y me acerqué al cuarto de baño. ¡Dios mio! que estado más lamentable, tenía la cara hinchada, los ojos prácticamente cerrados, el labio inferior cortado y me habían puesto puntos de sutura; y al hechar un vistazo al resto, moratones por doquier.

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