sábado, 28 de febrero de 2009

El 'ego' y el 'yo'

Camino del hospital, recordé una conversación con mis hijos sobre el 'ego' y el 'yo', intentaba que comprendieran lo importante que era dejar de pensar en nosotros mismos, en nuestra satisfacción personal cara a los demás, para dejar paso a la satisfacción personal cara a nosotros mismos.

Les decía: el 'ego' es el yo tengo, la posesión, el control, la soledad, la envidia, el poder, la avaricia y la lástima y el el 'yo', es el espíritu, el yo soy, el amor incondicional, la fe, la confianza y el desprendimiento. Para ser feliz hay que vivir en el 'yo soy', es nuestra fuente de aliento y vida. Pero si estamos dominados por el 'ego', podemos caer en el autoengaño. El 'ego' no es más que una idea, una ilusión, el problema es que mantener esta ilusión, puede impedir conocer nuestro verdadero 'yo'. La verdadera libertad no necesita nada para demostrar su existencia.

Me miraban sin comprender nada de lo que les había dicho. Así que les dije: hijos mios, mi confianza en vosotros es un acto de fe que tengo que hacer todos los días, quería que comprendieran lo que es la verdadera libertad, el amor incondicional, la fe, la confianza y el desprendimiento, todo lo que yo sentía por ellos, pero quería también que comprendieran que ese amor tenía que ser recíproco para que funcionara, y que para eso tenían que ser conscientes de sus actos, y que sus acciones no los avergozaran. - La satisfacción ha de ser cara a vosotros mismos, no cara a los demás -.

Me dio la impresión de que me comprendieron, y que iban a tomar cartas en el asunto. A partir de ese día ya no hubo más excusas, ni notas falsas, empezaron a confiar en mi, a preocuparse por mi vida, por mis preocupaciones, y aparcaron un poco la suya que durante el último año había ocupado el 100% de su tiempo, pasé de invisible a visible, lo que nos acercó de nuevo.

Gracias a esa conversación, lo primero que hice al llegar al hospital fue llamar a mis hijos, seguramente, unos días antes, no se me hubiese ocurrido llamarles para que me acompañaran, pero ahora tenía la seguridad de que acudirían a mi lado, necesitaba a mis seres queridos a mi lado.

Al llegar al hospital, tuve que quedarme en la sala de espera. A los diez minutos llegó la policía , me pidieron que hiciera una declaración. Yo no sabía nada de lo que podía haber ocurrido, les conté que habíamos quedado en ese mismo hospital unas horas antes porque me iba a acompañar, que yo tenía consulta con una doctora (no mencioné el nombre de la doctora Soto). Después de contarles de qué conocía a Violeta, les conté, que vivía sola y que su familia vivía fuera de la ciudad, pero que no tenía ningún número de teléfono ni direcciones de nadie, tampoco pude aportar ningún dato sobre direcciones o teléfonos de sus amigos, en realidad sólo tenía contacto con ella, conocí a algunas personas de su entorno en la fiesta de su cumpleaños, pero ni siquiera sabía si podría reconocerlos si los volviera a ver, excepto mi primo José María, que fue el que me llevó a la fiesta aquel día, pero Violeta no le conocía porque era amigo de un amigo, como mucho podía darle el teléfono de mi primo, y a través de él, localizarían al otro amigo; no conté nada de Boris, pensé que de momento me lo reservaría hasta hablar con Violeta. Me dijeron que me acercara a la comisaría para firmar la declaración. En ese momento llegaron mis hijos, no los había contado nada, y ahora estaban asombrados de verme con la policía.

Es la segunda vez en pocos días que acudo a una comisaría, la primera fue para denunciar el robo del ordenador, claro que fue en otra comisaría.
- ¿Qué ordenador mama?, ¿ de que hablas?. y ¿quién es esa tal Violeta?
Ahora eran mis hijos quienes me bombardeaban con preguntas. Les conté toda la historia, sin omitir detalle, se quedaron estupefactos, no podían ni imaginarse mis andanzas en las últimas semanas.
- Has estado muy sola, ¿verdad mamá?, ¿papá lo sabe?
No, vuestro padre tampoco lo sabe, tiene mucho trabajo, no tiene tiempo de escucharme, y más desde hace unas semanas que se trae trabajo a casa, ya no le quedan ni los fines de semana para mi.
- Eso tiene que cambiar, vosotros sois más importantes que todo el trabajo del mundo, tienes que hablar con él hoy mismo.

Cuando salimos de la comisaría nos fuimos a casa; no pasaría de hoy hablar con mi marido y contarle todo lo ocurrido. Más tarde me acercaría al hospital para ver como estaba Violeta, y me quedaría esa noche con ella, estaba deseando poder hablar con ella, o más bien que ella me hablara y me contara que había pasado.


lunes, 23 de febrero de 2009

El cuerpo de Violeta

Después de mi conversación con Violeta, o más bien después de haber escuchado su monólogo, estuve pensando en mi vida. No me ajustaba al modelo de Violeta de mujer en paro, en realidad yo no estaba en el paro, ya que nunca he trabajado fuera de casa, no tengo ni idea de lo que es una nómina o un horario de trabajo.

Conocí a mi marido en el último año de la facultad, nos casamos a los pocos meses, y ya han pasado 22 años desde entonces, tengo dos hijos de 19 y 20 años, ambos tienen su mundo fuera de estas cuatro paredes, y sólo me necesitan para que interceda con su padre cuando necesitan dinero. De la casa se ocupa Berta, así que mi trabajo (desde que los niños son mayores) consiste en ocuparme de los recibos, la compra, organizar los viajes..., gestora del hogar, así me llaman en casa.

En cuanto a mi marido, se va a las ocho de la mañana y vuelve a las nueve de la noche, es un adicto al trabajo, el único tiempo que dedicamos a la pareja son los fines de semana, pero seguimos enamorados, muy enamorados, algo poco normal a decir de los mentideros,. Me gusta mi vida, nunca me he planteado si es buena o mala porque disfruto cada momento,; he estado ocupada siempre, no recuerdo un sólo día de apatía, los días que me quedo en casa me acompañan los personajes del libro que tengo entre manos.

Cuido mucho mis libros, he sido y soy una lectora agradecida, doy gracias a los autores de los todos los libros que han pasado por mis manos, porque siempre me queda algo de los personajes que han inventado para mi, y para todos aquellos lectores agradecidos que hay en este mundo, y que por un momento han logrado que nos convirtamos en protagonistas de sus historias, aunque estemos a mil años luz.

Jueves,: son las diez de la mañana, tengo cita con la doctora Soto. Había quedado a las diez menos cuarto en la puerta del hospital con Violeta, pero no aparece, la llamo y no contesta, la he dejado un mensaje en el móvil para que sepa que estoy en la consulta, espero que me esté esperando fuera cuando salga.

Cuando salgo de la consulta tengo la sensación de no haber conseguido nada de nada, sólo perder el tiempo hablando de temas de otorrinolaringología,. Y Violeta sin aparecer, no está esperándome a la salida., dejo pasar unos minutos más y decido acercarme hasta su casa.

Cuando llego a la casa de Violeta, me sobresalta todo el jaleo que hay, la policía está en la puerta, hay varios coches, y cuatro policías interrogan con los vecinos (al menos es lo que me ha parecido). Me invade una terrible sensación de ahogo, ¿y, si le ha pasado algo a Violeta?. Me acerco y pregunto a uno de los policías:
- ¿que ha pasado?
- Un suicidio, o un asesinato, no sabemos
- ¿Quién es la víctima?
- Y usted, señora. ¿quién es?. ¿que hace aquí?
- Tengo una amiga en este portal, y venía a visitarla
- ¿Cómo se llama su amiga?
La cara del policía cuando le dije quién era mi amiga, lo decía todo. No recuerdo mucho más, ahora estaba tumbada en la acera y un hombre me tomaba el pulso.
- Tranquila, no pasa nada, se ha desmayado.

En ese momento, llegó la ambulancia, dos enfermeros sacan una camilla y se meten dentro del portal. Me levanto, estoy algo mareada, así que me sujeto al hombre que está a mi lado, y me dirijo a uno de los policías: ¡por favor!, ¡por favor! deje que entre en la casa.
- No puede pasar nadie.
- Pero era mi amiga, habíamos quedado esta mañana.

El policía me retuvo en la entrada, a la espera de que salieran con el cuerpo de Violeta. No recordaba haberme llevado un golpe semejante en toda mi vida. No podía creer lo que estaba pasando, era como si estuviera viviendo una historia de otra persona, o como si fuese un personaje de un drama, en ese momento no tuve capacidad de reacción, no lo asimilaba.

- Dejen paso, por favor.

Los dos camilleros avanzaban deprisa para llevar a Violeta hasta la ambulancia. Mis ojos de dirigieron hacia la camilla, estaba descubierta, y Violeta estaba entubada, mi corazón se aceleró, empecé a gritar su nombre como una posesa. A los pocos segundos levantó la cabeza y me miró, ¡estaba viva!,. El policía que me retenía, además de no enterarse de nada, me soltó y me dejó pasar hasta la camilla.

Violeta se levantó la mascarilla y se dirigió a mi: ¡Selene!, ¿qué haces aquí?, y se desmayó. Me dieron permiso para que la acompañara en la ambulancia hasta el hospital. Mi aspecto era un cromo, reía y lloraba a la vez, tenía las manos de Violeta entre las mías, el sudor caía por mi frente y las lágrimas por mi cara.

Ni agradecido, ni pagado

Las cocinas más limpias son las de las casas de las mujeres en paro, siempre que el marido trabaje, o no exista tal marido. He llegado a esta conclusión después de estar más de tres horas limpiando la mía, y lo peor, es que aún me quedan al menos otras tres horas más.

La grasa, lo peor es la grasa que queda detrás de los sitios que nadie ve, pero como tú sabes que están ahí, pones más esmero en su limpieza. Es como un vicio más, la cocina puede estar sucia durante meses, pero cuando la limpias tiene que quedar impecable. Me pregunto si no tendrán la culpa tantos anuncios de
Don Limpio, espero que sea eso, porque lo del gen que tienen la mayoría de las mujeres me resulta un tanto injusto.

He hablado con mi madre y le he contado la paliza que tenía en el cuerpo, después de la limpieza a fondo de la cocina, y he descubierto que más que Don Limpio o los genes, la culpa es de las madres. No creas que me ha consolado, ni me ha dicho que descanse y no me dé palizas, o que contrate a alguien, ¡no!, sólo se la ha ocurrido decirme: " Algo que hay que hacer, y nadie mejor que una, y ahora que tienes tiempo podías aprovechar y dar un repaso a toda la casa, siempre hace falta".

Porque es mi madre, pero qué narices es eso de "aprovecha", yo más bien diría desaprovecha.
Pero no contenta con lo que acababa de decirme, ha seguido:
"Así no necesitas gimnasio, no hay mejor ejercicio para los brazos y las piernas que una buena limpieza en casa".

Ya estaba harta de sus comentarios, me estaba empezando a arrepentir de haberla llamado, porque no creas, que no acaba ahí la cosa, se me ocurre decirla: -"Entonces, habrá que informar a los hombres que van al gimnasio para ponerse en forma, que no se gasten el dinero tontamente, porque además tampoco tendrían que pagar a una chica de la limpieza, doble ahorro, ¿no te parece?, sobre todo los que viven o, ¿no crees?". Ahí se la he tirado... por mi hermano, ¿sabes?, está divorciado y vive solo, y claro, tiene una señora que le limpia la casa, se ocupa de la plancha, la comida y todo lo demás, y por supuesto a mi madre la parece que es lo propio, pero en mi caso nunca la pareció bien.


Y me contesta: "Los hombres, los hombres... ¡mira tu padre!; después, hay que ir limpiando detrás de él, porque lo deja peor que estaba. ¡Quita, quita!, es mejor que no se pongan. Los únicos hombres que deben entrar en una cocina son los cocineros".

Como podrás imaginarte, he tenido que callarme para no tenerla. Porque esta mierda de trabajo, ya sabes, ni agradecido, ni pagado, y así seguirá siempre que existan las madres.

Yo sólo había dicho: "¡Hola Violeta!, ¿qué tal?", y ahora tenía la oreja caliente.

sábado, 21 de febrero de 2009

Dispositivo encubridor

Llamé a Violeta, pero había desconectado el teléfono, seguramente había decidido acostarse temprano. Me di una ducha, hice la cena y esperé a mi familia para cenar; no había contado nada de mis andanzas en casa, ni pensaba hacerlo.

Ya eran las once, habíamos terminado de cenar, y cada uno se retiró a su habitación, yo decidí leer el periódico antes de acostarme.

- Científicos crean un manto de invisibilidad parcial

El escritor H.G. Wells se lo imaginó en su obra de finales del siglo XIX, y este año los científicos han avanzado lentamente hacia la creación del hombre invisible. Investigadores de la Universidad Duke han creado un dispositivo encubridor que puede hacer a los objetos invisibles a la luz de microondas. El dispositivo funciona redirigiendo los haces de microondas alrededor del objeto, en un modo que recuerda al de los cantos rodados en los arroyos desviando el flujo de agua. -.


Esa sería la solución perfecta, poder investigar sin ser vista, mi mente empezó a funcionar a toda máquina, todas las situaciones inimaginables acudieron a ella, en realidad era como si fuera invisible para la doctora Soto y Boris, no me conocían, por tanto no me reconocían, podía estar a su lado sin que sospecharan nada, incluso podría intentar un acercamiento, excepto en el hospital, allí me había hecho 'demasiado visible'.


Al día siguiente, apenas me levanté empecé a investigar en internet, ¡increíble!. ¡como no se me había ocurrido antes!, allí estaba, delante de mis ojos, la dirección de correo electrónico de la doctora Soto para poder hacer consultas sobre temas médicos de los libros que había publicado.

Decidí escribirla.


- Querida doctora Soto, estoy muy interesada en sus estudios sobre las afecciones de oído, su tratamiento y prevención, me gustaría hablar personalmente con usted o poder acudir a su consulta. Espero su respuesta. Atentamente, su ferviente seguidora -.


Lo de su ferviente seguidora, lo incluí, por eso del halago gratuito. Terminé de arreglarme, y como Violeta no llamaba. volví al ordenador para ver si me había contestado la doctora Soto, y así fue, me había contestado, me indicaba la dirección de su consulta, donde estaría encantada de recibirme.


Llamé a Violeta, acababa de levantarse, la conté lo del viernes pasado y mis nuevos descubrimientos.


Violeta: Al final te voy a tener que pagar por horas, como a un detective privado, se rió.


Quedamos en la puerta de la consulta de la doctora Soto, yo subiría y ella me esperaría cerca hasta que saliera. La consulta era privada, cuando entré me atendió una enfermera y me citó dos días después a las diez de la mañana, no tuve ocasión de nada más. Violeta se defraudó un poco cuando aparecí a los cinco minutos. Cruzamos la calle y nos metimos en un Vips, nos pusimos a hablar de la noticia que había leído en el periódico el día anterior.


- ¿ tú crees que si pudiésemos ser invisibles, habría convivencia?, yo creo que la sociedad sería otra, o no sería sin más, ya nadie aguantaría ni lo más mínimo, en cualquier situación incómoda todos desapareceríamos, o lo que es peor, tampoco habría nada por lo que luchar, todos tendríamos acceso a todas partes, los drogadictos a sus drogas, los asesinos a sus víctimas, ... sería la sociedad de la espera, de esperar a que los otros durmieran para conseguir todo lo que quieres, al final sería una sociedad de neuróticos, nadie tendría el poder, dejaría de existir el esfuerzo, incluso la felicidad tal y como se concibe, sería el caos, desapareceríamos en un corto período de tiempo. -


Violeta: Surgirían nuevas soluciones, siempre surgen cuando hay nuevos problemas.


Y así, con la contundente afirmación de Violeta, dimos por zanjado el tema.


No sabíamos qué hacer, nuestra investigación parecía estar estancada, a la espera de la cita del jueves.

domingo, 15 de febrero de 2009

Don 'Creíque' y don 'Penseque', primos hermanos de don 'Tonteque'

Después de mis infructuosos intentos con conserjes, enfermeras y médicos del hospital, salí de allí desesperada y sin un solo dato, sólo me había quedado claro que la tontería es contagiosa, y que como decía mi abuela, cuando estaba realmente enfadada, "¡Toda la vida matando tontos, y siempre queda alguno!"

Así que, ante el hermetismo absoluto de todos aquellos personajes que me contestaban dándome largas, empezaba a decir: "yo creí que la doctora estaba trabajando, o, pensé que podría recibirme, y otras frases absurdas, con la intención de sonsacar a alguno de ellos, hasta que me di cuenta de mi estupidez, ya que nadie me diría nada sobre la doctora Soto, lo que me dejó más intrigada si cabe. Entonces recordé otra de las frases de mi abuela cada vez que me pillaba en alguna trastada y ponía excusas, empezando por las frases: yo creí que ... o yo pensé que ... Ella me contestaba: ¡don Creíque y don Penseque, primos hermanos de don Tonteque! Por tanto debía dejar aquello antes de convertirme en don Tonteque.

Salí del hospital, irritada e impotente, hablaba sin palabras - el mundo está lleno de tontos, y casi siempre de tontos desocupados, o lo que es peor, de tontos que creen estar ocupados en sus tontas vidas y, son precisamente éstos los que complican las situaciones más sencillas de la vida, disfrutan interfiriendo y entorpeciendo, y siempre, siempre, están llenos de razones que expresan en un ilimitado espacio de tiempo, aburriendo y desesperando -.

Pero como el tiempo todo lo cura, éste se encargó de curar, o al menos amortiguar mi irritación, y a la media hora de haber salido del hospital ya se me había pasado el mal humor y me dirigía a mi casa con la intención de pasar un fin de semana tranquilo. Ya se lo contaría el lunes a Violeta.

El fin de semana, tedioso, sin más, dejando pasar las horas. Por fin era lunes, me levanté temprano, me duché, desayuné y cuando me estaba vistiendo llamaron al móvil; era Violeta, no podía quedar por la mañana, la noche anterior apareció su padre en casa y no se iba hasta las dos de la tarde, había venido en viaje de negocios a Madrid; la dije que no importaba, que ya nos veríamos el martes, pero en realidad, importaba, y mucho, había estado esperando la mañana del lunes con ansias desmedidas, y todo para nada. ¿qué iba a hacer todo el día?, mi marido no volvía hasta las ocho de la tarde, y mis hijos, volverían cuando recordaran que tenían una casa donde cenar.

Terminé de vestirme y salí de casa. Recorrí todas las tiendas del barrio y gasté lo que no tenía en cosas que no necesitaba, era la forma de curar mi ansiedad, un poco cara, pero funcionaba. Decidí no volver a casa ni para comer - total tendría que comer sola -. Cargada de bolsas, cansada y hambrienta, entré en una cafetería para picar algo. Apenas me había sentado cuando sonó el móvil, era Violeta, acababa de acompañar a su padre al AVE y quería saber sí podíamos quedar esa tarde, la dije que estaba muerta de hambre y que quería acercarme a casa para dejar las bolsas de la compra, que después me parecía bien; estuvo de acuerdo, así que quedamos a las cuatro en el bar que conocimos en la calle de Boris.

Pero apenas había colgado el teléfono cuando me di cuenta de que no le había contado nada de mi investigación del viernes pasado. Decidí llamarla para cambiar el lugar de la cita, quería acercarme otra vez al hospital, tenía una especie de presentimiento, algo en mi interior me decía que tenía que volver allí.

viernes, 13 de febrero de 2009

Tronos, Querubines y Serafines

Iba camino del hospital, pensando en el DESTINO, no como final de etapa, sino como fuerza desconocida que obra sobre los hombres y los sucesos.

Me hacía preguntas sin respuestas como: ¿se forja uno su propio destino?, o ¿éste te pisa y REpisa o te salva y REsalva cuando le da la real gana?

Y de repente recordé a aquella preciosa chica, me encontraba delante del mismo hospital en el que Angélica me había contado su historia. Entonces dudé de su salud mental, de mi salud mental, dudé si realmente había existido. Nadie nos vio hablando, y mi estado mental aquel año era bastante lamentable.

Me pregunto si no existirán seres predestinados, creados, no se sabe dónde, y no se sabe cuando. Angélica estaba destinada a proteger, ya que según ella, era un Ángel, y ahora puedo dar fe de que en realidad lo era, en esta realidad o en otra, no por su hermosura, candor e inocencia, que también, sino porque era un mensajero y acompañante divino, me acompañó y me dejó un mensaje sin palabras, directo a mi alma.

Tenía quince años cuando la conocí; la altura y complexión perfectas, y la cara angelical. Me contó que era un Serafín, pero que sólo llevaba un año de Serafín, antes había sido un Querubín, y antes un Trono. Si he de atenerme a la jerarquia de los ángeles, diré que Angélica había conseguido el más alto grado.

La convirtieron en un ángel del primer Coro Celestial desde niña, cuando apenas contaba con tres años de edad, su tutor, y para no abusar con el cargo, le había otorgado el de Trono del Coro Celestial (Trono: ángeles que están muy por encima de toda deficiencia terrena). La niña aparecía de repente en los escenarios más insólitos, para proteger a quien la necesitara. La primera vez que se hizo público su "don" fue con seis años, apareció en el patio del colegio y salvó a un niño de precipitarse al vacío, cuando, y a pesar de tener un pié en el aire, hizo que retrocediera hasta un lugar seguro, sólo una frase suya, y el destino de aquella alma en pena cambió.

Después del milagro del niño, fue considerada un ángel por todos, no sólo por su tutor, y la ascendió a Querubín (Querubín: guardianes de la gloria de Dios con plenitud de conocimiento y rebosantes de sabiduría, su inteligencia les permite conocer a Dios). Fue Querubín hasta cumplidos los catorce años que la ascendió a Serafín.

No fueron muchos los milagros que me contó, el que más llamó mi atención fue el que la había ocurrido un año antes:
- Estaban acabando las clases en el colegio y todos los alumnos preparaban la fiesta de fin de curso, Angélica formaba parte de la compañía de teatro. El salón de actos estaba patas arriba, el grupo de Angélica estaba ensayando en el escenario, iban a representar la obra de Goethe, Fausto, y el personaje de Angélica era Mefistófeles. De repente, en pleno ensayo, en el momento en que Fausto decide entregar su alma al diablo a cambio de alcanzar la cumbre de la sabiduria, ser rejuvenecido y obtener el amor de una bella doncella (Margarita), Mefistófeles (Angélica) se desplomó en el escenario. A los pocos segundos, todos los que estaban en el salón de actos la estaban rodeando, nadie reaccionó, ni a nadie se le ocurrió tocarla, ni llamar a un médico, ni hicieron ninguna de las cosas coherentes que deberían haber hecho. Así transcurrieron los siguientes cinco minutos, todos paralizados alrededor de Angélica, hasta que ésta abrió los ojos y completamente recuperada les dijo: "Lo siento, pero no puedo representar esta obra, y menos aún este personaje, porque si lo hago no vendrá nadie a ver la función". Se incorporó y miró hacia el salón de butacas, los demás miraron también, o más bien se quedaron paralizados mientras miraban, no podían moverse ni cerrar la boca. ¡Habían desaparecido todas las butacas! El salón estaba completamente vacío.

Después de los últimos acontecimientos, su tutor la elevó a la jerarquía de los Serafines, considerados el orden mayor de la jerarquía celestial. Son los ángeles del amor, de la luz y del fuego, los que rodean el trono de Dios.

Un año después, Angélica estaba sentada conmigo en la sala de espera del hospital contándome su historia, me dijo que su destino estaba trazado, y que nada, ni nadie lo cambiaría. Después de escucharla, me levanté para ver el tablón de anuncios y cuando volví ya no estaba, como tampoco estaba mi angustia, había dado paso a una sensación de paz que no recordaba haber sentido hasta entonces.

No había vuelto a pensar en ella ni en su historia hasta ahora, el DESTINO me había guiado al mismo hospital, aunque por razones totalmente distintas.


martes, 10 de febrero de 2009

Amigdalitis

Ya habían pasado tres días y "V" no daba señales de vida, ¿se habría olvidado de nuestra investigación?, ¿se habría olvidado de "B"?, ¿habría conseguido trabajo?, un sinfín de preguntas acudían a mi mente, así que pensé en llamarla y continuar con lo que habíamos empezado o dar por zanjado el asunto.

- ¡Hola!, soy tu compañera de investigación, o debería decir tu ex compañera?.

- Hola, perdona que no te haya llamado, he estado con amigdalitis en la cama, he tenido una fiebre espantosa, hoy es el primer día que puedo hablar, también me quedé afónica.


- Lo siento, no sabía que te podía pasar, llegué a pensar que estabas trabajando.

- Nada de eso, bueno tengo que contarte algo extraordinario, oye ¿tú crees en las casualidades?, ¿en el destino y todo eso?

- No demasiado

- Yo no creía, pero ahora estoy segura de que existe un destino que nos marca a todos, escrito o no, te aseguro que existe.

- ¿Qué te ha hecho cambiar de idea?

- Te cuento: ¿hoy es viernes, no?, pues bien, el martes me sentía fatal, yo creo que tenía el pulso acelerado de las emociones que pasamos el día anterior, y fue a peor, a media tarde no podía tragar y tenía 39º de fiebre, así que llamé a urgencias y pedí que me visitase un médico porque no sabía que me pasaba, me dolía todo el cuerpo y no tenía fuerzas para salir a la calle. Media hora después se presentó en mi casa la doctora Soto, después de examinarme, se puso de muy mal humor porque según ella lo único que tenía eran unas simples anginas, ¿qué te parece?, como si me hubiese inventado los dolores musculares y la fiebre, me miró fijamente y me dijo: estoy harta de hipocondríacos, la próxima vez se toma paracetamol y se queda en casa 48 horas, se dio la vuelta y de espaldas a mi me dice: - y ahora si me lo permite (esto con sarcasmo, claro) me voy a atender casos realmente urgentes, ¡buenos días señora!. De nuevo lo de señora, ¿se habría corrido la voz?. la doctora Soto era de mi edad más o menos, así que consideré una descortesía que me llamara señora, ¿a ti que te parece?.

¡Dios mio!, ahora me daba cuenta de lo habladora que era "V", y eso que aún no me había contado lo que según ella era extraordinario, eso de las casualidades de la vida, lo del destino y todo lo demás.

- Creo que debes superar esa tontería o llegará a obsesionarte.

- Está bien. Como te estaba contando, la doctora Soto tomó las de 'Villadiego' hacia la puerta de salida de mi casa (yo por cortesía la acompañé), y en ese momento, ¡ en ese preciso momento!, llamaron al timbre, como ya estaba pegada a la puerta, descorrí el seguro y abrí, y allí, delante de mis ojos estaba "B", me quedé petrificada, no podía pensar, y antes de que volviera en mi, la doctora Soto le dice a "B": hola cariño, ¿que tal?, ya veo que has encontrado bien la dirección, y el, sin pestañear la contesta: sí, la semana pasada trabajé en el piso de al lado, después me mira y me dice: ¿qué tal señora?. ¡¿qué tal señora?!, había vuelto a ser señora, la semana pasada pasé de ser señora ser "V", y ahora daba marcha atrás.

Ya había pasado una media hora cuando me di cuenta de que estaba sentada en el sofá con la mente en blanco, intenté hilar los acontecimientos, la doctora había dado un morreo a "B", mi "B", que resulta que no lo es tal, sino su "B", y eso de hacerse la ofendida porque tenía que atender casos más urgentes, me río de los casos urgentes que iba a atender. No recuerdo si contesté a "B" cuando me saludó, o simplemente cerré la puerta tras ellos, me metí en casa y me senté en el sofá, aunque creo que eso es lo que ocurrió. Comprenderás que además de mi enfermedad haya estado estos tres días sumida en la más profunda de las miserias, ¡ pero esto no se queda aquí!, me he propuesto que la antipática de la doctora Soto sepa que clase de 'cariño' tiene, así que te sigo necesitando como compañera investigadora, sólo que ahora en lugar de investigar a uno, vamos a investigar a dos.

- En el fondo, me alegré de que no se la hubiesen quitado las ganas, porque yo me había animado con eso de la investigación, y desde luego en su caso no volvería a pensar en "B", así que decidí ser el pájaro que la diera cuerda, por puro egoísmo, para alegrar un poco mi monótona vida, total en mi casa ni se enterarían de mis correrías de investigadora.

- Bueno querida, será mejor que colguemos, y si te parece bien podemos quedar el lunes en la misma cafetería a las diez de la mañana, como el lunes pasado, esto sólo ha sido un paréntesis en nuestra investigación, ¿de acuerdo?

- Muy bien, el lunes a las diez, un beso, adiós.

- Adiós, hasta el lunes, y gracias por llamar.

Colgué el teléfono y sentí un hormigueo en el estómago, y sobre todo me dí cuenta de que estaba deseando que pasara el fin de semana lo más rápido posible. Salí de casa para hacer unas compras y no me quitaba de la cabeza a la doctora Soto, mi mente no paraba; sé como se llama y el hospital dónde trabaja, ¿por qué no me acerco para comprobar algo más?, ¿estará soltera?, ¿estará casada?, y lo más importante ¿estará casada con "B"?. Sin apenas darme cuenta, dirigí mis pasos hacia el hospital dónde trabajaba la doctora.

viernes, 6 de febrero de 2009

Fascículo nº 2: "V" y "B"

Son las cuatro de la tarde, estamos sentadas en un banco de un barrio que no sabía ni que existía, a las afueras de la ciudad; hubo un momento en el que temí por nuestra integridad, pero me he dado cuenta de que aquí cada uno va a lo suyo, estamos pintadas, y si eres amable con los vecinos del barrio, no tienes nada de que preocuparte.

Quedé con Violeta a las diez de la mañana en una pequeña cafetería de su barrio, traía un ordenador portátil. Apenas nos sentamos en una mesa abrió el ordenador, empezó a trastear con el ordenador, hasta que a la media hora más o menos me mira y me dice: ¡ya se dónde vive! Terminamos el segundo café y nos fuimos. Violeta había averiguado cómo llegar en metro hasta la casa de Boris, estaba nerviosa, distraída y un poco patosa, nos confundimos dos veces en los trasbordos y estuvimos más de una hora dando vueltas hasta que llegamos a lo que a mí me pareció la última estación de metro de la última línea.

Cuando salimos a la calle eran las doce del mediodía, la calle estaba a medio asfaltar, o si alguna vez estuvo asfaltada del todo, la habían pateado con saña, porque había más huecos por rellenar, que rellenos; tenía edificios de no más de tres alturas y casas de planta baja de hace más de 50 años, con la fachada descolorida por el paso del tiempo. Al cabo de unos cinco minutos, Violeta se paró frente a uno de esos edificios, y se quedó mirando el número de la puerta.

- Es aquí, tenemos que entrar para ver los buzones - dijo Violeta

No había un alma en toda la calle. Unos portales más abajo de donde estábamos, en la acera de enfrente, había un pequeño bar, nos acercamos hasta allí. La puerta del bar tenía incrustadas todas las manos de los últimos meses, sentí chirriar mis dientes cuando abrí la puerta para asomarme; el bar estaba vacío, tenía dos pequeñas mesas adosadas a la pared, enfrente de la barra, con dos sillas en los laterales de cada una, en la barra había taburetes altos de madera de la primera vez que abrieron el local, y que a juzgar por su aspecto hacía muchos años.

Nosotras: Buenos días.
Tabernero: Buenos días, señoras.
Violeta : ¿Conoce usted a Boris? Vive unos portales más abajo en esta misma calle.
Tabernero: Sí, claro.
Violeta: ¿Sabe si viene a comer?.
Tabernero: No sé, con él nunca se sabe, unos días viene y otros no.

Esa fue toda la información que logramos en aquel bar, así que nos fuimos a patear el barrio (a pesar de que Violeta no quería moverse de la puerta de Boris. Ya eran las dos de la tarde y no habíamos conseguido más que estar cansadas y hambrientas, así que logré que Violeta me hiciera caso y nos alejamos de allí en busca de algún sitio para saciar el hambre. Violeta apenas probó bocado, y a las tres y media estábamos de vuelta en la calle de Boris.

Entretenidas con el ordenador, no nos dimos cuenta de que se nos acercaban dos chicos; sólo cuando los teníamos encima, los vimos.

Chicos: Buenas tardes, señoras, ¿les importaría prestarnos su ordenador?.
Violeta: Lo siento, pero es personal.
Chicos: Lo formatearemos. ¡Ja, ja, ja!.

Entonces nos dimos cuenta de las pocas salidas que teníamos, a mí me empezaron a temblar las piernas, y me di cuenta de que corriendo no avanzaríamos más de dos metros.

Selene : ¡Dáselo!, suelta el maldito ordenador.

Pero la nueva Violeta se había vuelto intrépida, sujetaba el ordenador con fuerza: ¡no!, no tienen por qué salirse con la suya ... hasta que el brillo de una navaja en manos de uno de ellos le hizo cambiar de idea y lo soltó.

Chicos: Gracias señoras, muy amables.

Hay que joderse con la amabilidad de los jóvenes atracadores, no te quedan ganas ni de denunciarlos.

Nos alejamos de aquella calle, buscando una principal, cuando, de repente, me dice Violeta: en cuanto pongamos la denuncia, volvemos. Lo que reflejaba mi cara cuando la miré, puedo decir que era más incredulidad que ninguna otra cosa; me tranquilicé y le dije: querida, tú no sé dónde irás, pero te aseguro que yo, allí, no vuelvo, así que busca otra manera de localizarle.

Violeta: Está bien, ya se me ocurrirá algo.

Mientras paseábamos en silencio en busca de algún alma que nos indicara la dirección de la comisaría más cercana, miré a Violeta, estaba ensimismada, creo que ya no recordaba ni que la habían robado el ordenador, como de hecho corroboré cuando abrió la boca y me dijo: "¿Podemos ir a la embajada de su país?"

Estaba claro, no pensaba dejarlo a ningún precio, así que me rendí y le contesté: "Está bien, seguiremos investigando".

domingo, 1 de febrero de 2009

CV y principios axiomáticos

Antes de seguir con la entrega por fascículos de "V" y "B", aclaremos algo, ¿para que cojones sirve el CV (Curriculum Vitae); dejando de lado la sana o insana curiosidad, no encuentro ninguna razón para que te pidan un CV, ¿no sería más cómodo para todos que pidieran el número de teléfono para concertar una cita, y a partir de ese momento, incorporación inmediata (si te ajustas al perfil) durante un corto período de prueba y en paz. ¿No creéis? Después de eso, te quedas o te vas, o más bien te contratan o te largan.

Varias preguntas....

1- ¿Alguien ha conseguido un buen trabajo teniendo como mediador al INEM?
2- ¿Alguien ha conseguido un trabajo teniendo como mediador al INEM?
3- ¿Quién no se ha movido por conocidos, o por conocidos de los conocidos, para conseguir un trabajo?

... y un ruego:

No perdáis el tiempo enviando CV.
"B", ingeniero de telecomunicaciones está trabajando de albañil, pese a los 120 CV que envió.
"V", ha empezado a enviar CV.

Y lo más importante, queridos y queridas: nunca, nunca hay que decir toda la verdad, ceñiros a mis principios axiomáticos.

Principios axiomáticos para vivir y sobrevivir: los sinsabores de decir toda la verdad

Aquella frase tan trillada de que la verdad os hará libres, no es más que eso, una frase, ¡no toda la verdad os hará libres!, hay ciertas verdades que es mucho mejor ignorarlas; valoremos también un poquito la ignorancia, tan denostada, al menos aquella que mejora tu vida y la de los otros. No sobrevaloremos la verdad, dejemos algunas cosas en el limbo ( para mí sigue existiendo, a pesar de la Iglesia). Demasiada verdad compartida, puede hacer daño, mucho daño.

Es mejor...

  • Principio axiomático nº 1. - No saber toda la verdad del pasado de tu pareja y de sus ex
  • Principio axiomático nº 2. - No saber toda la verdad de los comentarios que hacen sobre ti tus compañeros de trabajo
  • Principio axiomático nº 3. - .No saber toda la verdad sobre ‘ciertos’ temas, si no puedes remediarlos

Excepto si...

  • Excepción nº 1.- La verdad puede aportar algo nuevo y bueno, sin estropear lo que tienes
  • Excepción nº 2. - La verdad hará mejorar tu vida
  • Excepción nº 3. - La verdad no te dañará

Y en el caso especial de Violeta: sólo si toda la verdad puede mejorar su CV.

Así que MENTID, MENTID, MALDITOS: LA MENTIRA OS HARÁ LIBRES