viernes, 17 de abril de 2009
Amaneciendo
Me levanté y miré hacia arriba - calle San Bernardo -, apenas pasaban coches, calculé que serían las seis de la mañana. Divisé la boca de metro de Noviciado, tenía mi bolso colgado en bandolera, lo abrí y tenía todo allí dentro, todo menos los llaveros que llevaba en el bolsillo interior cerrado con cremallera, me topé con un papel que no recordaba, era una carta de puño y letra de Andrés, a juzgar por la firma.
Querida Selene, en el mundo hay muchas clases de hombres, yo soy de la peor, podría decirse que soy un grandísimo 'hijoputa', lo de grandísimo es para sentirme aún más orgulloso de serlo, 'hijoputa' a secas suena mas vulgar, pero aún puedo ser coherente con mis sentimientos y albergar un mínimo de integridad, este es único acto honesto en años, no hagas que me arrepienta después. No habrá ninguna represalia por mi parte, tengo lo que quiero.
Ahora no soy Andrés Ávarez, como habrás supuesto, para el mundo estoy muerto y enterrado, mi nuevo nombre nunca lo sabrás, así que no te molestes en dar muchas explicaciones sobre lo que pasó ayer.
Me hubiese gustado que las cosas entre nosotros hubieran sido diferentes, pero ya sabes: lo que pudo ser y no fue, que nunca sea. Soy consciente de que no hay sitio en tu vida para mi, nunca me hubiese conformado con ser un mero espectador, y por supuesto menos aún eso de ser amigos. Espero no tener que volver a verte, no quiero complicarte la vida ni prescindir de ti.
Adiós preciosa y adorable Selene
Andrés
Si voy a la policía no me creeran, la carta de Andrés, en realidad no dice nada de nada sobre Vioeta, ni sobre sus actividades, más bien parece la carta de un hombre despechado y si mi marido se entera tendría problemas. Ha sido muy cuidadoso diciendo las cosas, sobre todo en lo de prescindir de ti, hubiera sido más fácil si hubiese puesto: no quiero asesinarte, por ejemplo.
La calle empezaba a tener vida, vehículos y transeúntes llenaban la calle y las aceras.
lunes, 13 de abril de 2009
Si, aún siento
Nos dirigimos a las afueras de la ciudad a una zona que no conocía, Violeta estacionó el coche en la entrada de un edificio que parecía abandonado. Abrió la puerta principal del edificio y pasamos al interior, en el fondo de pasillo, al lado de una de las puertas vi a un hombre alto, de mediana edad, llevaba un traje azul oscuro y tenía aspecto de hombre de negocios.
- ¿Andrés Álvarez?, ¡vaya!, que pequeño es el mundo
Tenía ante mi al seductor Andrés, así le llamábamos en la Universidad, primero te conquistaba con la mirada, y cuando recibía respuesta se acercaba y te envolvía con su palabrería, con su don de gentes, un conquistador nato, no te podías fiar de el más allá del momento en el que le tenías al lado, le había visto actuar muchas veces, era de esos hombres acostumbrados a salirse con a suya, un adulador bien entrenado en la vida, siempre se había aprovechado de la ingenuidad de los demás y no dudaba en sacar provecho de cualquier situación, un auténtico vividor; a mi nunca me interesó más que como personaje curioso, y después del primer año ni siquiera eso, pero el nunca perdió su interés por mi, no comprendía que no cayera rendida a sus pies y no dejó de insistir hasta el último año de carrera. Habían pasado muchos años desde que le perdí a pista, lo último que había sabido de el es que era un alto cargo del Ayuntamiento.
- Hola Selene, ¡cuanto tiempo sin saber nada de ti!, esto si que no me lo esperaba
Entramos en uno de los pisos, el interior estaba amueblado, limpio y desde luego habitable, no tenía nada que ver con el exterior. Violeta estaba cada vez más incómoda, no sabía que hacer. Enseguida me di cuenta de que la voz cantante la llevaba Andrés.
- ¡Increíble!, no me puedo creer que la famosa amiga de Violeta, la que se ha quedado con mis diamantes, sea una antigua compañera de Universidad, siempre fuiste una 'listilla', nunca pude hacerme contigo
- No sabía que querías 'hacerte conmigo'
- Claro que sí, y no era el único. - Selene siempre manteniendo las distancias -, apenas sí reparabas en ninguno de nosotros, pobres infelices; que curiosa es la vida, ahora estoy de nuevo en tus manos hermosa Selene
No había perdido facultades, irónico y adulador, hiriente y servil, seguía utilizando las mismas armas que hace años, sólo que ahora mi vida dependía de este ser nefasto, sin honor y seguramente un asesino, ya no servía que mirase a otro lado o que le ignorara como hacía antes. Tendría que enfrentarme a el y disimular mi terror.
- Así que eres el jefe del cotarro, un auténtico traficante y asesino
- ¡Ge!, ¡ge!, ¡ge! No eres consciente de tu situación, ¿verdad? Pues bien, te pondré al corriente: Hace meses que estoy con esta operación que por desgracia se torció de mala manera, ¿culpa mía?, sí señor, me rodeé de ineptos, incluida tu querida (miró a Violeta), y ya ves al final me he quedado solo, y lo único que quiero es acabar con esto de una vez. Mañana tengo un compromiso importante con un joyero al que le prometí unos diamantes, este a su vez tiene sus propios compromisos... y así sucesivamente, ¿comprendes?, por tanto no puede pasar de hoy que me des lo que es mío
- Suponiendo que tenga los diamantes o que sepa donde están porqué tendría que dártelos, solo se me ocurre que sería como firmar mi sentencia de muerte, incluso (y miré a Violeta) nuestra sentencia de muerte.
En casos imposibles has de pensar en ' El puente colgante de Bosha', fue una idea que se cruzó por mi mente en ese momento, tienes que soñarlo para cruzarlo, necesitaba esa noche para soñarlo, necesitaba ganar tiempo. Lo primero tengo que salir de aquí, el inspector Arribas me estará buscando al ver que no llego a la comisaría.
- Andrés, supongo que ha llegado el momento de hacer un trato, comprende que quiera salir de todo esto indemne
- Dime dónde están los diamantes y hablaremos
- De acuerdo, se los ha llevado mi marido al trabajo en su cartera, aunque el no sabe que los tiene, me pareció lo mejor, no quería que se quedaran en mi casa
Andrés sacó la mano de la chaqueta, empuñaba una pistola, y sin mediar palabra disparó a Violeta
- Adiós al último eslabón de la cadena -, espero que tu seas más lista y no me engañes o terminarás igual que ellos, y es algo que no deseo en absoluto, después de esta operación desapareceré y nadie volverá a saber nada de mi, y tú querida podrás seguir con tu vida con la boquita cerrada, pronto lo olvidarás todo, será como un mal sueño. Sabes Selene, siempre te admiré, y por eso te dejaré vivir, no sólo me gustabas, te respetaba. En una ocasión me di cuenta de que estabas pasando una mala racha e intenté ayudarte, rebusque entre tus cosas para descubrir como podía hacerlo, fue entonces cuando descubrí tus poemas, había uno que me produjo una gran tristeza porque estabas sufriendo y sólo pensaba en buscar el motivo de tu desesperación para poder ayudarte, arranque la hoja de tu cuaderno y aún la conservo, el poema lo titulaste 'Si, aún siento', ¿lo recuerdas? ...
Sí me pongo a pensar, me duele, sí no pienso también
Mi propia existencia, me duele
Con el alma hecha trizas, me desespero… y me calmo
No se vivir, sólo sobrevivo
Cuando disfruto siempre caigo
Me sale cara la existencia
Nada es gratis
Las deudas del pasado, me cobran
Mis malas decisiones me persiguen, me acosan
El miedo me atenaza, me amordaza
La inseguridad hace mella en mí…
Y mis decisiones, escasas
Cuando me empujan, me sobrecojo
Cuando me ayudan, se cobran
La cobardía me persigue
El malestar, diario
Mis deseos, sencillos
Mis intenciones, sanas
Todo lo comparto, y todo lo pido
Quiero pertenecer al mundo y tener parte de él
No hablo, no digo, no me expreso
No vivo, no siento, no percibo
Científicos del mundo, acercaos
Aquí, aquí: la primera mujer robot
Pero no, aún no, el dolor sigue ahí
Sí, aún siento
En ese momento cuando Andrés me recordó aquel poema que escribí hace tanto tiempo, me parecía imposible, yo ni siquiera lo recordaba, y el se lo sabía de memoria. Recordé aquella mala época de mi vida, pero también recordé que siempre me crecía en las adversidades.
El secuestro
- ¡Hola Selene!, ¿has leído el periódico esta mañana?
- Hola inspector, sí lo he leído, se están quedando sin sospechosos vivos, no van a poder detener a nadie
- Muy graciosa. ¿Podría venir a la comisaría esta mañana?
- De acuerdo, ahora mismo voy
Salí de casa con intención de ir a la comisaría, cerré la puerta y me volví hacia la calle
- Hola Selene
- Hola Violeta, o como te llames
- Veo que no te sorprende verme
- Lo que me sorprende es que hayas tardado tanto
- ¿Dónde están mis diamantes?
- No tengo ni idea, ¿no los tienes tu?
- Es mejor que dejes de hacerte la tonta. Estoy dispuesta a olvidarme de tu cara, de tu casa y de tu familia si me los entregas ahora
- Ya, yo te doy los diamantes y tu desapareces por arte de magia
- Eso mismo, de lo contrario los que desaparecerán por arte de magia serán tu marido, tus hijos y tu, ¿comprendes, querida Selene?
- Perfectamente, el problema es que sí tengo los diamantes y desaparezco, nunca los tendrás, es más sí le pasa algo a mi familia y los tuviera, seguramente desaparecerían lo mismo que tu, porque sabría encontrarte, ¿qué te parece?, ¿como lo ves, querida Violeta?
- Estamos perdiendo un tiempo valioso, es mejor que lleguemos a un acuerdo
- Un acuerdo como al que llegaste con Boris, o con tus 'padres'. Creo que no me gustan ese tipo de acuerdos
- No podía seguir confiando en ellos, he asumido una gran responsabilidad con otras personas, son ellos los que toman las decisiones, no yo. Esto te queda muy grande querida Selene, no quieras más problemas.
- ¿Me estas amenazando otra vez?. No pierdas el tiempo con alguien que ha perdido el miedo.
- La valiente Selene desarticula una banda de mafiosos que traficaban con diamantes en toda Europa, ¿qué te parece el titular?
- Una enorme tontería, no tengo intención de desarticular nada, para eso está la policía
- Ya, tu intención es cambiar de vida con los millones que te proporcionaran las piedras, pero no será posible, no podrás venderlas, te cogerán antes de intentarlo siquiera, ¿no crees?
- Ya te he dicho que no tengo más piedras que las de mi riñón, y esas las regalo
- Ya está bien de palabrería
Violeta sacó una pistola de su bolso y la apoyó en mi estómago
- Camina delante de mi, y ve hacia el coche que está aparcado con la puerta abierta