martes, 10 de noviembre de 2009

Detectives privados

No quería llamar a nadie, ni salir de la habitación, pensaba que este sería el último día de mi vida, estaba inquieta, me sentía vigilada y no me fiaba de nadie, y menos aún del tal Guillermo. Ni el mayor de los expertos en la rama del saber podría despejar mis dudas, me parecía muy extraño todo...
- ... la nota del tal Guillermo ...
- ... que no se supiera nada del inspector Arribas ...
- ... que no me dejaran ir a mi casa...,
y seguro que mi habitación estaba vigilada, ¿a quién podía acudir para que me rescatara?, mi mundo se estaba derrumbando en mis propias narices, pensé en algunos amigos que siempre habían estado ahí, y al mismo tiempo me daba la réplica : ¡ni siquiera lo intentarás!, seguirás sola como tantas veces en ese mundo interior tan absurdo, luchando, escondiéndote de tantas y tantas miserias, construyendo y destruyendo.
Mi voz interior no paraba, me estaba volviendo loca: - los que me te han querido, siguen ahí, eres parte de su mundo y podrías acudir a ellos sin involucrar a tu marido y a tus hijos ajenos a este peligroso mundo, o al menos podrías llamarles y pedirles consejo -.
Acudieron a mi mente nombres como Sergio, Fernando y Enrique, consumidores convulsivos de casos peligrosos, el primero es abogado de causas perdidas y los otros dos detectives privados, ¡estos si que sabrían de lo que hablo!, incluso puede que sepan más que yo de esta banda de ladrones y asesinos y de sus múltiples 'compinches', estoy segura de que Enrique al menos me ayudaría, es de los melancólicos, de los que sigue enganchado en el recuerdo de un pasado que pudo ser, aunque sabe que yo pasé página; que a cada paso nuevo que doy pasó página, sin reproches, sin recuerdos, que mi vida está hecha de retales, de trocitos de vidas pasadas y que camino sin mirar atrás, pero no me quedan más salidas, no me fío de nadie, ni siquiera de la policía y tengo que sacar fuerzas para salir de esta habitación y enfrentarme a mi suerte. Las expectativas son de lo más desalentadoras.
Mi desesperación me había vuelto miserable, estaba pensando en acudir a amigos olvidados con la convicción de que me ayudarían sin más, sin darme cuenta que podía poner su vida en peligro para salvarme, pero al fin y al cabo ellos vivían siempre en la cuerda floja poniendo su vida en peligro, esa es su profesión y son ellos los que la eligieron, no yo.
Me decía a mi misma: el hoy es lo que existe, pero que hacer cuando el hoy puede ser la última página y no otra más, y esta vez sin resolver, el alma vuelve a doler con ese dolor sordo y persistente, la inseguridad se apodera de mí y me hace dar pasos en falso.
Me había sentado encima de la cama envuelta en mis pensamientos, repasando mi vida, con la desesperación de un condenado a muerte, con la sangre derramada por el sudor de los reproches propios. Vi pasar toda mi vida como dicen que ocurre en los últimos momentos a las personas que van a morir.

De repente al contemplar mi imagen en el espejo tomé impulso y me dejé de reproches huecos, sin sentido y pensé en el día ansiado de dejar de malgastar sangre, el día de confiar, de sentir y guardar... de vivir y de amar, ya no quería pensar más. Sin salir de la habitación hablé por teléfono con Enrique
para pedirle ayuda como profesional, que le quería contratar como detective porque mi vida se había convertido en un caos, ¡otra vez más!.

Enrique me dijo que me ayudaría, que contara con el y me recordó mi carácter luchador, -
no quiero ver esos brazos caídos de mujer derrotada -.

A medida que transcurría mi
conversación telefónica con Enrique mi ánimo empezó a dispararse, siempre era igual arriba y abajo, esa persistente bipolaridad que me había perseguido desde pequeña hacía de nuevo su aparición. Me recomendó que saliera del hotel lo antes posible porque la policía (el tal Guillermo) acudiría a buscarme al no dar señales de vida.

Recogí todas mis cosas y salí del hotel sin mirar atrás, tenía que enfrentarme a lo conocido y a lo desconocido, a lo que aconteció y a lo que acontecerá, pero no tiraría la toalla, estaba dispuesta a todo para defenderme y ahora más, ¡contaba con ayuda!.



domingo, 25 de octubre de 2009

De regreso a la ciudad

Camino de no se sabe donde y para ver a no se sabe quién, conduje el coche del inspector Arribas, a medida que transcurría el tiempo mi mente se despejaba, pero mi cuerpo notaba el cansancio de la noche de insomnio.

Después de más de dos horas conduciendo vi un puesto de esos de carretera en los que hay una gasolinera y un restaurante, aparqué el coche y rebobiné en mi mente, no tenía dinero, ni tarjetas, ni nada de nada más que la ropa que llevaba puesta, ni siquiera tenía ropa de abrigo.

El frío del exterior me obligó a entrar de nuevo en el coche, cogí el abrigo que había en el asiento de detrás, debía tener un aspecto lamentable, el pelo enmarañado, ojeras con un color indescriptible que acentuaban más si cabe el agotamiento de mi cara, y ahora un abrigo en el que podrían meterse una familia de Selenes. Miré en los bolsillos interiores del abrigo y cogí la cartera del inspector, tenía 70 euros y algunas monedas, era más que suficiente para tomar un buen desayuno.

En el interior del restaurante de carretera apenas había más que los dos camareros y otros dos hombres tomando café, supuse que eran los ocupantes del camión que estaba aparcado fuera. Me senté en una mesa, y pedí un buen desayuno . El camarero que me atendió no disimuló su extrañeza, se preguntaba qué demonios hacía una mujer con aquel aspecto (o con cualquier otro seguramente), a aquellas horas de la madrugada en un restaurante de carretera, se dirigió a mi ...

... Buenos días, son unas horas extrañas para que una mujer ande sola por estos 'lares'. Si tiene problemas podemos llamar a la policía.

Debió pensar que estaba huyendo de malos tratos o algo así. Le agradecí el interés y le informé que iba a llamar teléfono, no quise dar más explicaciones, no tenía ni ganas ni fuerzas.

Hablé con un tal Guillermo Alce, de la misma comisaría que el inspector Arribas, estaba al tanto de todo lo que había ocurrido hasta la noche anterior, pero no sabían nada del inspector en las últimas horas y necesitaban mi declaración. El camarero les dio santo y señas del lugar para que pudieran venir a buscarme.

De vuelta a Madrid, no me permitieron pasar por mi casa ni para cambiarme de ropa. A las dos de la tarde aún estaba en la comisaría hablando con unos y otros, repitiendo una y otra vez lo sucedido. Por fin se apiadaron de mi y me dejaron hablar con mi familia antes de registrarme en un hotel con nombre falso, no era más que la sombra de alguien que un día fue y que lo único que quería era volver a SER.

Cuando me desperté, la habitación estaba a oscuras, encendí la lámpara de la mesita de noche para poder ver la hora, eran las seis y veinte, o habían transcurrido apenas dos horas desde que me acosté o catorce, evidentemente la segunda opción era la acertada. Estaba tumbada encima de la cama con la ropa que había llegado, incluso con las zapatillas de deporte, y lo mejor de todo, no recordaba haberme tumbado de esa guisa. El cansancio me venció, no había comido nada desde el desayuno del día anterior, no me había duchado, vamos que le di a mi cuerpo lo que quería ¡muchas horas de sueño!.

El teléfono móvil había sonado tres veces y ni siquiera me enteré, estaba claro que el agotamiento había vencido a la poca voluntad que me quedaba el día anterior.

Recorrí la habitación en busca de alguna nota que me indicase qué hacer y la encontré encima del escritorio.

Selene, llame a la comisaría cuando se recupere.

Gillermo Alce
PD: Puede pedir lo que quiera al servicio de habitaciones, y tiene ropa limpia en el armario.


sábado, 25 de julio de 2009

Camino de Santiago

De repente me abstraí de todo lo que me rodeaba y pensé en el Camino de Santiago del pasado año, cuando mi vida era completa, o al menos así lo sentía, sin más problemas que los habituales, disfrutaba con todo lo que hacía, nada enturbiaba ni hacía difícil mi vida, era esa felicidad asociada al control de tu vida, sin imprevistos, sabiendo lo que ocurriría al día siguiente y al otro y al otro....; a veces pensaba que la monotonía de mi vida era penosa, que moriría sin que nada extraordinario me hubiera ocurrido, que todo en mi vida era socialmente correcto, nunca hubiera podido imaginar que mi vida cambiara tanto en tan poco tiempo, me relajé y empecé a escribir en aquella libreta con tapas negras que había en la guantera y que sería mi compañera aquella noche.


Otras veces pensaba que sí hubiera desaparecido cuando me quedé tirada en el Camino presa de aquel maldito cólico al riñón, ya nadie me lloraría, ya nadie pensaría en mi, sólo sería un bonito recuerdo del pasado en el mejor de los casos, otras veces me daba por quererme y pensar que mi muerte hubiera cambiado la vida de muchas personas, que el hueco que ocupo en ese rincón del alma no podría ocuparlo nadie más que yo.


Vi pasar el todoterreno, se alejó de allí, seguro que pensaron que el inspector Arribas se había despertado y conducido hasta allí. Volví al coche y comprobé que se habían llevado al inspector, me había quedado sola y no me atrevía a salir fuera. Pasaron las horas y la ambulancia no aparecía, no podía dormir, recordé la historia que viví en el Camino de Santiago, así que decidí sacar un bolígrafo y una libreta del interior del maletín que llevaba el inspector Arribas y escribir bajo la tenue luz del interior del vehículo, eso me calmaría, comencé a escribir ....


... Todas las historias encierran en sí ese algo mágico que las hace especiales, especiales por la historia en sí misma o por las circunstancias de los personajes que forman parte de ella. Esta es la historia de un ‘Camino’ un tramo del Camino de Santiago que por circunstancias ajenas a la voluntad de nuestra pareja de enamorados cambia de rumbo a sólo seis kilómetros de conseguir la última etapa del camino.

Los motivos para recorrer el Camino eran importantes, una promesa y el querer compartir algo que marcara sus vidas.


Hacía meses que estaban preparando la ruta y haciendo reservas, para ella era la tercera vez que hacía una ruta del camino, una promesa hecha en silencio, y para él la primera vez. Unas vacaciones compartiendo la belleza de la naturaleza, los sabores y sinsabores, caminando a la par con los pies doloridos por las ampollas o por esa rodilla que se niega a caminar sin dolor, todo superable en la próxima parada, rodeados de nuevos pueblos y nuevas gentes, y en cada uno de los tramos de la etapa satisfacción y felicidad, algo nuevo para contar y recordar, la sensación de estar haciéndolo bien, pero aún no había aparecido el fantasma de la impotencia, el peor de todos, ese que imposibilita al ser humano, que le hace dependiente de los demás, ese que todo lo cambia y que te convierte en un ser sin voluntad porque el dolor todo lo anula, ese dolor intenso que hace que desaparezca el resto del mundo, ese maldito dolor que se intensifica y no desaparece nunca, todo a su alrededor se movía y ella no podía articular palabra, ni siquiera podía ponerse en pié, no podía pensar, decía tonterías, o más bien no sabía ni lo que decía, era un guiñapo en manos de alguien que ha decidido que su Camino terminaba allí, que no podría continuar a pesar de estar a sólo un par de horas del final de la etapa, y del final del camino, alguien que ha decidido arrebatarla la felicidad de caminar un poco más, sólo un poco más.


Apenas habían transcurrido 24 horas desde el maldito cólico al riñón, dos las había pasado en el coche de la guardia civil, el único capaz de llegar hasta dónde estaban, la habían trasladado por aquellos estrechos caminos de piedra hasta la ambulancia y esta hasta el ambulatorio más cercano para que después de un penoso reconocimiento decidieran trasladarla al hospital. Había sido el día más largo de su vida y la noche más penosa tirada en una camilla de hospital en un pasillo frente a los lavabos, con el suero y los calmantes que iban entrando en su cuerpo gota a gota. En esa noche tan larga pensó en muchas cosas, en la buena y la mala suerte, en las circunstancias que nos favorecen y en las que nos entorpecen, en su hijo, en su familia y amigos; y recordó aquel teléfono móvil tan útil y a aquellos peregrinos que se paraban a preguntar y a ayudar, aquel chico con barba que la cogía las manos y decía que le mirase y se olvidara del dolor y aquel otro de la imposición de manos, esas maravillosas personas que intentaron que ese maldito dolor se atenuara o desapareciera, no recordaba sus caras porque ni siquiera las había visto, miraba sin ver, pensó en sus amigos y compañeros de viaje que habían anulado la llegada a Santiago para estar a su lado, pero sobre todo pensó en él, no se había separado de ella y apenas podría dormir aquella noche, pensó en su reacción, en su miedo, era el hombre que amaba y estaba segura que siempre amaría, la magia de su amor por él no podría romperla ningún fantasma, ya había habido otros fantasmas que lo intentaron en el pasado, y posiblemente podrían aparecer otros nuevos en el futuro, pero nunca lograrían que desapareciera esa magia, ni un millón de fantasmas amenazantes haría temblar su pasión, su gran amor. Cuándo salieron del hospital quería decirle que nunca nadie podría escribir una historia de amor tan hermosa como la que ellos estaban viviendo, le miró y supo que siempre lo compartirían.


Cuando terminé de escribir mi historia, comprobé que estaba amaneciendo, estaba entumecida, y me dolía la cabeza.



lunes, 20 de julio de 2009

El viejo molino

Oía como forcejeaban la puerta de la entrada de la casa, desde el ático no podía salir a la calle, tenía que bajar al segundo piso y desde allí salir por una de las ventanas. Saltaría al exterior cuando entraran en la casa; oí un disparo, habían saltado la cerradura para acceder al interior, en ese momento descendí hasta el segundo piso, abrí la ventana y salté al exterior, corrí en dirección al inspector Arribas, le recogí y le introduje en su coche, gracias a Dios las llaves estaban en el contacto, arranque y salí de allí, por el retrovisor vi que el hombre y la mujer corrían hacia el todoterreno, aceleré y me metí por un camino que había descubierto en mis paseos y que terminaba en un viejo molino deshabitado.

En el asiento de atrás estaba el inspector con dos heridas de bala, tenía que salir de allí y llevarle a un hospital, comprobé que les había despistado cuando giré a la derecha para tomar el camino del molino, pero estaba segura de que cuando llegaran a la carretera principal y no me encontraran, darían la vuelta.

Uno de los laterales del molino tenía un acceso al interior por lo que fue una puerta de entrada a un corral de animales, al fondo estaba lo que fue el molino, aún quedaban la rueda y las piedras de moler dentro de una caseta de adobes. Me dirigí hacia allí y estacioné el coche en el interior. El inspector Arribas respiraba con dificultad y aún no había recobrado el sentido; busque en el bolsillo de su chaqueta y encontré su móvil, en la 'c' de su agenda aparecía comisaría, marqué y reconocí la voz de su compañero al otro lado de la línea

¿Hola? soy Selene, ¿se acuerda de mi?
Sí claro
Estoy en un viejo molino con el inspector Arribas, le han disparado, está herido e inconsciente, manden ayuda por favor
¿Qué viejo molino? no se dónde está
Pregunte a su superior por favor, estoy al lado de la casa en la que me tenían, el sabrá de qué le hablo. Manden una ambulancia rápido, ¡por favor!
Está bien, no cuelgue, la paso con mi jefa, un momento por favor
Oí la voz de una mujer al otro lado del teléfono
¿Selene?
¿Sí?
No se mueva de donde está en menos de media hora llegará una ambulancia, yo me pongo en camino. Nos vemos en el hospital, llegaré en unas tres horas más o menos, espéreme.
De acuerdo


Debía estar cerca de una ciudad porque si podían avisar al hospital y llegar en media hora no estaría muy lejos, lo único que podía hacer era esperar y desde luego era mejor que no me moviera de allí. Ya había pasado la media hora y no aparecía nadie, cogí una linterna del salpicadero del coche y me fui hacia la entrada de la finca, nada ni nadie, el silencio me produjo un estremecimiento en todo el cuerpo; en la pared principal de la casa había un escudo de armas y algo escrito en la piedra:

Este molino data del siglo XVI como atestigua la placa impresa del exterior ... En esta ciudad a los 20 días del mes de diciembre de 1586 y en presencia del Escribano Público de dicha ciudad, se concedió el servicio de agua ....

Estaba entretenida leyendo y no me di cuenta de que se acercaba un coche, era el todoterreno, me quedé paralizada, sólo se me ocurrió ocultarme en un hueco de la puerta principal esperando no ser descubierta.


miércoles, 15 de julio de 2009

Por razones de seguridad

Por razones de seguridad me separaron de mi familia sin darme ni un solo dato de su paradero, me aislaron en una casa de campo a un par de kilómetros del pueblo más próximo, lo único que sabía es que no había salido del país y que estaba al norte, el frío y el viento hacían imposible cualquier tipo de excursión por los alrededores. La casa estaba desangelada (como diría mi abuela), así que la primera semana allí me limité a hacerla acogedora en lo posible, ya que apenas tenía muebles más que los imprescindibles; trasladé el sofá del salón a la salita que tenía un balcón que daba a la calle, hice lo mismo con la única mesa de la casa y las cuatro sillas que estaban en la cocina, recubrí una de las sillas con el edredón de una de las dos camas del dormitorio y la convertí en mi silla de ordenador, incluso coloqué los marcos de fotos que llevaba en la estantería; limpié y decoré la salita, el dormitorio, el baño y la cocina el resto de la casa quedó inutilizada, sólo me serviría de paso.

Aquella salita se convirtió en mi santuario, me pasaba el día allí encerrada y los pocos paseos que daba por los alrededores eran siempre al mediodía, primero por ser la mejor hora para no congelarme de frío y segundo porque a esa hora era prácticamente imposible que me encontrara con nadie. Para acceder a la casa desde la autopista había que desviarse por un sendero a unos 200 metros y nadie lo hacía porque presuponían que la casa estaba deshabitada desde hace años.

Ya había pasado una semana desde que me quedé sola, sin teléfono móvil para evitar dar señas de mi situación, mi contacto era a través de una cuenta en internet, nunca me hubiese imaginado que mi único amigo y aliado sería un ordenador, pero gracias a el no me volvía loca.

El inspector Arribas me ponía al tanto de los avances del caso a través del correo electrónico, por la mañana me había dicho que vendría por la noche para dejarme más comida y ropa de abrigo porque se iba a alargar más de lo previsto mi estancia allí, también me informó del estado de mi marido y de mis hijos para que estuviera tranquila.

Estaba sentada delante del ordenador cuando oí dos disparos, me levanté y cerré las contraventanas del balcón, el resto de la casa estaba a oscuras. Eran las nueve de la noche y estaba esperando a que apareciera el inspector Arribas con la comida y la ropa, las puertas y ventanas de la casa permanecían cerradas, sólo podía subir al desván para intentar otear el exterior desde el único hueco abierto, tendría que tumbarme y asomar la cabeza por el, tuve la sensación de que los disparos habían sido muy cerca de la casa, vi un todoterreno aparcado a pocos metros de la casa y delante de este el coche de Arribas, los dos coches estaba vacíos, agucé el oído y pasados unos segundos note el ruido de pisadas debajo de mi acercándose a la casa, no podía ver a nadie pero sí sus sombras, la de una mujer y la de un hombre, a pesar de que la noche estaba cerrada, la luna descubrió el comienzo de mi pesadilla, al lado del todoterreno estaba el inspector Arribas tirado en el suelo sin dar señales de vida.

viernes, 10 de julio de 2009

Fascículo nº 5: La foto del mueble de la entrada

Mi hijo Guillermo apareció en la cocina despeinado y con el aspecto de no haber dormido muy bien, me dijo que no saliera de casa sin hablar antes con el y sobre todo que no fuera al gimnasio. En mi ausencia los acontecimientos se habían atropellado, me imaginé que la policía le habría puesto al tanto de la situación de José Ángel, hasta ese momento no me di cuenta de los problemas por los que habría pasado cuando me fui a Barcelona, el gimnasio habría sido un herbidero de acontecimientos aquellos días y yo había dejado a mi hijo en medio de aquel maremagnum de insensateces, amén del peligro que le rodeaba, y puede que su vida siga en peligro.

Me empecé a agobiar esperando a qué mi hijo saliera del baño, preparé café e hice tostadas, necesitaba estar entretenida mientras esperaba a Guillermo. Mi marido y mi hijo Óscar seguían en la cama pero no tardarían en levantarse, esta era una de esas situaciones en las que toda la familia debía estar reunida en torno a la mesa.

El primero en aparecer en la cocina fue mi marido le dije que llamara a su trabajo y les contara que tenía un imprevisto familiar y que no podía ir al trabajo, comprendió que hablaba en serio y que realmente era una urgencia. Oí que mis hijos hablaban en el pasillo y que se dirigían a la cocina, así que puse el café y las tostadas en la mesa y me senté esperando a que todos hicieran lo mismo.

El primero en hablar fue Guillermo: Mamá, no sé en qué lío nuevo estas metida o sí es el mismo en el que creíamos que se había solucionado, pero es muy peligroso te lo puedo asegurar, he pasado los peores días de mi vida y gracias a la policía que ha estado en todo momento a mi lado no me he vuelto loco, papá y Óscar no saben nada, no quería preocuparles. Supongo que por lo que dijiste ayer el inspector Arribas te ha puesto al tanto de los negocios de tu amigo José Ángel, y no sólo trafica con diamantes por lo que he podido ver en el gimnasio. Lo que no comprendo es como has podido estar tan ciega
Mi hijo me miraba como si el mundo se hubiera vuelto al revés, ahora el cuidaba de mi, me daba consejos y me reñía, me sentí como una auténtica atolondrada. Guillermo continuó: al día siguiente de empezar a trabajar en el gimnasio me di cuenta que era una fachada para el tráfico de droga, aunque no sospeché que estaba relacionado con los traficantes de diamantes y decidí llamar al inspector Arribas para que le vigilaran, cuando le detuvieron se descubrió que no estaba casado y que la brasileña ni amante ni nada, es una más del 'grupito' de traficantes, tenían toda una red muy bien montada, funcionaban a través de los cinco gimnasios que tienen en Madrid, no fue una casualidad que te utilizaran desde el principio, pero por lo visto no eres la única han utilizado a otros y cuando finalizan la operación sí alguno les molesta se lo quitan de en medio, no dejan testigos, en eso son muy meticulosos, y tanto tú como yo somos molestos en este momento. Yo desde luego me largo de Madrid y espero que vengáis conmigo hasta que la policía solucione el caso, según el inspector Arribas están a punto de atrapar al grupito que mueve los hilos.

Escuché a mi hijo aunque nada de lo que dijo me sorprendió, por supuesto que tenían que irse de Madrid, la que no se iba a ir era yo, mi rabia traspasaba el umbral de todo lo imaginable, no me perdonaba haber sido tan estúpida y haber puesto en peligro la vida de los mios, ahora tenía que vengarme para poder seguir soportándome el resto de mi vida (corta o larga), desde luego no pensaba en huir, mi furia descontrolada no me dejaba pensar con tranquilidad, aunque tenía claro una cosa: no se juega conmigo sin sufrir las consecuencias.

Tardé más de una hora en convencer a mi familia que tenía la imperiosa necesidad de quedarme en Madrid aunque cambiara de casa, tenía que colaborar con la policía pero que para poder hacerlo ellos tenían que salir de Madrid y ponerse a salvo.

Cerramos nuestra casa y nos llevamos lo imprescindible, no sabía cuando volvería de nuevo, es más, no sabía sí volvería. Antes de salir por la puerta metí en el bolso los marcos con las fotos que teníamos en el mueble de la entrada de casa, una de mis hijos y la otra de mi marido y mía , al mirar aquella foto recordé uno de los mejores momentos de nuestra vida.

martes, 30 de junio de 2009

Cuentacuentos

Aquella noche no pude dormir, me pasé la noche revisando mi pasado, me invadió la idea de la muerte, de mi muerte, me había metido en una guerra con varios frentes abiertos y muchas batallas, hasta ahora había salido indemne de una y vencido a mis enemigos, pero estos se multiplicaban y abrían nuevos frentes desconocidos hasta ahora, cada vez era más difícil reconocerlos estaban en todas partes, ya no podía fiarme de nadie, el mero hecho de salir de casa era peligroso,sabía demasiado y conocía a los nuevos actores de esta obra, el argumento se complicaba y no conocía el final, sólo podía seguir leyendo.

Tenía en mis manos el álbum de fotos que mi madre me regaló al cumplir los dieciséis años, las imágenes me transportaron a un pasado sin penas, en todas y cada una de las fotografías de las primeras páginas había quedado pasmada una situación de auténtico gozo. Fui una niña a la que no le faltó de nada, mis padres me regalaron una infancia sin problemas, mis deseos se cumplían al instante, no tenía preocupaciones ni quebraderos de cabeza, destacaba en el colegio, con mis amigas y en mi familia sin el más mínimo esfuerzo. Con el paso de las páginas, pasaba también mi niñez y me adentraba en la adolescencia y en las ocupaciones, a partir de los doce años mi vida cambió, ¡tenia obligaciones! hasta entonces nunca sospeché que tendría obligaciones, que tendría que sentarme delante de un libro y asimilar todo cuanto leía, ni siquiera me había planteado que tenía que estudiar por obligación para conseguir aprobar unos exámenes que se me atragantaban, y mucho menos que la lectura se me hiciera cuesta arriba, yo quería seguir leyendo para meterme de incógnito en otros mundos, dejando volar mi imaginación, quería seguir jugando en la calle, ver películas con mis hermanos encerrados en aquella habitación que era tan nuestra, imitando a los actores y montándonos nuestra propia película, no comprendía porqué tenía que renunciar a todo y ponerme delante de un libro que no me gustaba, era incapaz de concentrarme en aquellos tediosos temas en pro de un futuro que no alcanzaba a ver, odiaba la tan trillada frase de: tienes que labrarte un futuro, y parece ser que eso se conseguía a través de exámenes de materias de todo tipo, mi madre no logró que tuviese interés, y quizá por eso me internaran en aquel odioso colegio donde todo eran normas no escritas y caparon mi infancia de cuajo sin anestesia, y dónde empecé a saborear la amargura de las lágrimas en silencio.

Incluso ahora me resultaba doloroso ver aquellas fotografías a partir de la página 'Selene a los doce años' porque a partir de esa página sólo había fotos de vacaciones como si el resto del año me lo hubieran robado reduciéndolo a las vacaciones, fue cuando mi vida se bifurcó, tenía dos vidas la del colegio y la de mi familia, tenía dos formas de vivir ... y tenía dos formas de pensar. A partir de aquel año fueron muchas las vidas, muchas las formas de pensar, muchas las formas de actuar y muchas las formas de vivir hasta olvidarme de mi, y era ahora que quería recuperarme y volver a ser yo con mi mundo interior, poder disfrutarme, desplegar la coraza que me aisla de los malos.

En cualquier momento me quitarían de en medio y anularían la posibilidad de llegar a esa edad en la que no tienes que dar explicaciones a nadie como decía don Julio, un maestro jubilado que vivía en una preciosa casa a las afueras del pueblo y al que visitaba todos los días cuando era una niña para saborear aquellas deliciosas galletas que preparaba su mujer y para escuchar sus historias, algunas reales y otras inventadas, yo me quedaba en silencio sentada a su lado en el jardín de la parte de atrás de la casa, a veces nos cubría la noche sin darnos cuenta y volvía a casa cuando todos estaban sentados a la mesa para la cena, mi madre me miraba y sonreía, nunca me riñó por aquello, sólo decía ' cuentacuentos, ilustranos mientras cenamos' y yo me sentía importante, la protagonista de la noche, así que no sólo contaba las historias nuevas de don Julio, también las escenificaba. Después de recoger la mesa me permitían subirme a ella para poner punto y final a la historia de aquella noche y después nos salíamos a la puerta de la calle hasta la hora de ir a la cama, mis hermanos y yo nos reuníamos con los otros chicos del barrio, algunas noches les contaba las historias de don Julio y otras mis propias historias, me aficioné a inventar cuentos sobre todo de terror para mantener vivo su interés.

Cerré el álbum y lo puse en la estantería, ya eran las 6 de la mañana, esperaría hasta las 8 que abría el gimnasio y me acercaría para hablar con José Ángel, no iba a dejar pasar ni un sólo día sin aclarar la situación, me acordé de don Julio cuando me decía: niña si agún día la situación te sobrepasa cuenta hasta 10 y actúa, y aquella noche había contado hasta 11.

viernes, 19 de junio de 2009

El cuento de nunca acabar

Me despedí de Giovina y de Roberto y volví a Madrid.

Mi casa estaba vacía cuando llegué hice algunas llamadas para dar señales de vida, me duché comí una ensalada y me quedé dormida en el sofá con el ruido de uno de esos programas soporíferos de televisión. Me despertó el sonido del teléfono, era el inspector Arribas, me había olvidado de el en los últimos días


¡Hola!, ¡hola!, ¿Selene?, soy Manuel Arribas
Buenas tardes inspector
Buenas tardes, ¿en qué líos se ha metido esta vez?
No comprendo a que se refiere
A su viaje a Barcelona, nos ha traído de cabeza
Había olvidado que me estaban vigilando, no pensé que me seguirían a Barcelona, en realidad no tiene nada que ver con el caso, mi viaje a Barcelona fue para ver a unos amigos
Unos amigos que se mueven en ambientes poco recomendables querida Selene
No creo que eso sea asunto suyo, ¿que quiere?
Que se acerque por la comisaría lo antes posible su amigo Andrés se ha derrumbado y no ha parado de darnos información, hay nuevas remesas de diamantes en Madrid y creemos que pronto se pondrán en contacto con usted
Inspector intentaré que me comprenda, accedí a testificar en el juicio ... pero ¡nada más!, ¿entiende?, ¡nada más!
Lo siento pero usted misma se complicó en esto y ahora es tarde para pensárselo mejor
No entiendo nada, me pasaré por la comisaría y hablaremos, por teléfono es inútil
Muy bien, hasta luego

Colgué el teléfono, me puse unos vaqueros y una camiseta y salí de casa hacia la comisaría, no estaba dispuesta a complicarme de nuevo, esto parecía el cuento de nunca acabar y ya estaba harta de tanto sinvergüenza.

El inspector Arribas me pasó a su despacho
Sientese Selene
Gracias inspector, usted dirá
Selene, ¿conoce a una joven brasileña que se hace llamar Rosita?
Me quedé petrificada
¿Qué tiene que ver con el caso?
¿La conoce o no?
La conozco por referencias, pero no personalmente
Por referencias ¿de quién?
El inspector Arribas estaba usando un tono impertinente y agresivo conmigo, no entendía nada
Está bien, si no me aclara que pasa no seguiré con esta conversación
Está bien, ayer estuvimos hablando con su hijo y por lo que observo no la ha dicho nada
Inspector he regresado hace unas horas de Barcelona y he hablado por teléfono con mi marido y mis hijos para informarles que ya estaba en Madrid, y es verdad que mi hijo me ha dicho que tenía que hablar conmigo pero nada más.
Registramos la taquilla de su gimnasio y encontramos documentos muy interesantes y un pequeño maletín con joyas acompañado de una lista de precios muy interesante
No tengo ni idea de lo que me está contando, lo único que se de Rosita es lo que me ha contado el dueño del gimnasio, que tuvo un lío con ella y que ahora no sabía como hacer para librarse de la muchacha porque se había aferrado a el como un clavo ardiendo
La tal Rosita es una pieza de cuidado, se puso en contacto con un tal José Ángel, que según creo también es amigo tuyo, y han estado controlando todos tus movimientos desde el principio, desde la fiesta en la que conociste a Violeta, puede que tu no la conozcas pero ella sabe muy bien quién eres, te estoy avisando porque supongo que sin darte cuenta has involucrado a tu hijo en toda esta historia y es muy peligroso. Apenas te fuiste a Barcelona se adueñaron de tu taquilla, nadie sospecharía ya que tu hijo era el único que tenía llaves
José Ángel es el dueño del gimnasio y me contó que tenía problemas con esa chica y que no quería que su mujer se enterara
Querida amiga, tu José Ángel está completamente pringado y te puedo garantizar que nada de lo que te haya contado se mantiene en pié, siento que mis palabras te hieran pero lo hemos parado a tiempo no podrán seguir utilizando como han hecho hasta ahora. Tu 'amigo' y la brasileña nunca han mantenido ninguna relación más allá de la comercial y seguramente delictiva, pero de amantes nada de nada, creo que fue la mejor manera de acercarse a ti sin que sospecharas
No puedo asimilar otra vez mi candidez, desde hace unos meses me pesa la vida más que un relato inacabado.


miércoles, 17 de junio de 2009

Saldadas las deudas del pasado

De tanto vivir fingiendo o de tanto fingir viviendo se había olvidado de ser ella misma, ya no recordaba su verdadero yo, de vez en cuando se paraba a pensar en ella pero los recuerdos eran cada vez más difusos, no se conocía ni se reconocía. Aquella mañana había tomado la decisión que llevaba tiempo pensando, se marcharía de Barcelona, se iría sola, esta vez no acudiría a nadie, ni a sus padres ni a su hija, ni a amigos, tenía que estar sola para pensar, Roberto la había arrastrado a una vida sin sentido cada vez más vacía de valores, la había arrastrado a un mundo ingrato, hacia un abismo cada vez más profundo.

Giovina me despertó, después de ponerme al tanto de su decisión, me leyó la carta que había dejado para Roberto y salimos de la casa dejando a Roberto en la cama.

Adiós mi amor, necesitas un tiempo para solucionar tus problemas, yo nada puedo hacer, has de ser tu solo el que se centre para que podamos tener un futuro juntos. Noches como las de ayer solo agravan la situación porque no confías en mi lo suficiente como para que esté a tu lado, creo que es el momento de dar una callada ausente por respuesta. Ya no tengo miedo por ti, tu ego está por las nubes y te acompañará allá donde quiera que vayas. Estaba convencida de que nuestro amor superaría cualquier barrera, pero para que eso suceda hemos de ser los dos los que queramos saltar y en estos momentos sólo yo estoy dispuesta a dar ese salto.

Estábamos en el rellano de la escalera a punto de cerrar la puerta cuando aparecieron dos hombres armados detrás de nosotras y nos obligaron a entrar de nuevo en la casa, mientras uno de ellos nos mantenía sentadas en el sofá del salón el otro registraba la casa, a los pocos minutos apareció con Roberto y le hizo sentarse a nuestro lado, el más alto mirando a Roberto le dijo: Anoche te escapaste, eso no estuvo bien, ya hemos perdido mucho tiempo y nuestro jefe está más que harto de tantas tonterías, será mejor que nos acompañes al notario para hacer el traspaso de las escrituras de tu casa y de la librería, nos están esperando, tu
s amigas se quedarán aquí con mi amigo hasta que regresemos, no te preocupes cuando acabemos no te molestaremos más.

Las deudas de Roberto estaban a punto de ser saldadas y nosotras éramos la garantía. Roberto nos tranquilizó, nos dijo que el pasado le estaba cobrando sus abusos con la vida, pero que había tenido suerte porque Giovina aún estaba allí, el destino quiso que fuéramos testigos de como un hombre empezaba a reconocerse a sí mismo, a reconocer sus actos y las consecuencias de estos. Hasta ahora Roberto era consciente de su existencia pero no de la consecuencia de sus actos, su conciencia cloroformizada estaba despertando del efecto del anestésico, deseaba ser un hombre recto sin actos reprobables, la vida le estaba dando una gran oportunidad para salir de su pasado al lado de Giovina y con el éxito profesional, no podía cometer más errores, estaba dispuesto a zanjar su pasado y seguir adelante, nos dijo que cuando volviera nos contaría todo, más bien que hablaría con Giovina porque no quería perderla.

Las horas pasaban lentamente, nos trasladamos a la cocina para prepararnos un café, nuestro acompañante era amable, repetía que sólo teníamos que esperar a que volvieran y todo acabaría, que el hecho de reconocerle no era problema porque sería mejor que la policía no llegara a saber nada de todo aquello por los muchos chanchullos de Roberto, estaba seguro de nuestra discreción y de que después de solucionar el problema desapareceríamos de Barcelona.

No le faltaba razón a nuestro carcelero, de hecho en cuanto llegó Roberto llamanos a una empresa de transportes y alquilamos un guardamuebles para dejar las cosas de la casa, salimos de aquella casa sin volver la vista atrás y nos alojamos en un hotel.

A la mañana siguiente pensaba despedirme de la pareja e irme al aeropuerto para regresar a Madrid. Llamaron a mi habitación, eran Giovina y Roberto, querían hablar conmigo antes de ir al aeropuerto, las enormes ojeras en sus rostros y su cara de cansancio delataban una noche de insomnio, me dijeron que volvían a Italia pero no a San Gimignano, de momento se quedarían en Roma un amigo de Giovina les dejaba una casa que tenía vacía, su situación era crítica, sin apenas recursos económicos y sin trabajo. De la situación de Roberto apenas me contaron nada, solo que se había metido en un negocio poco recomendable y que sus adicciones le dejaban sin voluntad invitando a todos los que se le cruzaban aumentando sus deudas considerablemente. El último año que pasó fuera de Barcelona no tuvo la precaución de cerrar las cuentas en los múltiples garitos que frecuentaba, así que sus deudas siguieron sumando, cuando volvió y cerró las cuentas se convirtió en persona non grata para sus parásitos y sus acreedores se pusieron en movimiento dando como resultado su más absoluta ruina.


jueves, 11 de junio de 2009

Mirada perdida

Roberto no volvió y Giovina empezó a preocuparse, nos arropaba la noche en aquella terraza, la calidez de la brisa nos envolvía, pero la sensación de paz estaba empañada por el rostro tenso y pensativo de Giovina.

Después de unas horas sin apenas conversación salimos a la calle para buscar a Roberto, teníamos una ligera idea de dónde podía estar, los bares que frecuentaba cuando vivía en Barcelona eran siempre los mismos, Giovina sabía de ellos por los ataques de sinceridad de Roberto, de cruel sinceridad como decía ella porque la describía con minuciosidad sus noches locas con amaneceres imprevistos y en lugares desconocidos, casi siempre al lado de alguna mujer con rostro anónimo, ella no quería saber nada del turbio pasado del hombre al que amaba, sólo quería al Roberto que había conocido y al que adoraba con el que quería compartir su vida ahora hecha añicos desde que volvieron a Barcelona. La transformación de Roberto la había descolocado, se sentía impotente y no sabía como enfrentarse al nuevo Roberto para ella totalmente desconocido.

Nos metimos en una de esas calles que dormían de día y despertaban por la noche, el bullicio de las aceras nos daba una idea de como sería el interior de los locales. Uno por uno fuimos recorriendo todos los garitos sin resultado, los ojos de Giovina no ocultaban la preocupación creciente cada vez que salíamos de un nuevo local sin resultado, hasta que llegaron a ser impenetrables, su mirada era cada vez más fría a medida que transcurría la noche. Siempre me fascinaron los ojos de Givina, chispeantes, era capaz de animar la más aburrida de las conversaciones con una sola mirada, pero esta noche se habían vuelto inexpresivos, fijos, distantes, con la mirada perdida.

A las dos de la madrugada nos dimos por vencidas y volvimos a casa. Por la mañana, Giovina entró en el despacho de Roberto para recoger unos papeles y se encontró a este tendido en el sofá, no se había quitado la ropa. Cuando entré en el despacho y vi a Roberto caí en la cuenta de que la noche anterior cuando volvimos a casa no habíamos mirado allí. Giovina estaba muy malhumorada y le estaba presionando para que se levantara, tarea ardua porque ni se movía.

Después de más de media hora con una paciencia ilimitada, Giovina logró despertar a Roberto, tenía una gran resaca, la típica que precede a una noche de varias (muchas) copas y puede que algo más, nos saludo con un simple movimiento de cabeza y se metió en el baño. Giovina me pidió que saliera a darme una vuelta por la ciudad que necesitaba estar a solas con Roberto para aclarar la situación, no estaba dispuesta a seguir viviendo con un hombre en el que no podía confiar, ni en esta ciudad ni en ningún otro lugar.

Dejé que transcurrieran un par de horas antes de regresar, cuando entré en la casa Giovina y Roberto estaban sentados en la terraza con caras de preocupación, me pidieron que me sentara con ellos, tenían que hablar conmigo. Roberto parecía consternado, fue el quien se dirigió a mi y me contó que el año pasado cuando salió de Barcelona había dejado enormes deudas que le estaban reclamando y las personas a las que debía dinero no eran precisamente pacientes, su deuda había subido considerablemente durante este tiempo con los intereses, la noche anterior intentó calmar sus ánimos y les pidió un tiempo pero no estaban dispuestos a dárselo, Giovina no tenía suficiente por eso acudían a mí, me quedé helada ¿me están pidiendo dinero? no podía creerlo, tanto ella como el estaban serenos y sabían bien lo que decían, no podía fiarme, de todas formas tampoco podía prestarles nada porque nada tenía y así se lo hice saber.

La actitud de Giovina cambió, me preguntó la clase de amiga que era, que me había invitado y cosas así, y la molestó mi desconfianza y todo delante de Roberto, en ningún momento hizo alusión a la noche anterior, como si no hubiera ocurrido nada, ¿qué clase de broma era todo aquello? nada de reproches a Roberto y todos los reproches eran para mi que lo único que hacía era ayudarla, empecé a sospechar que no me había contado la verdad y que había mucho más detrás de aquella actitud.

lunes, 8 de junio de 2009

La librería de la abuela

Le pedí a Mª Elena que fuera todos los días a casa para limpiar y dejar hecha la cena para mi marido y mis hijos, cuando me despedí de ella preparé la maleta y dejé todo a punto, ya tenía el billete de avión para la mañana siguiente. Mª Elena lleva más de 20 años trabajando en casa, al principio venía todos los días para ayudarme con los niños y con la casa pero desde que se hicieron mayores sólo viene dos días por semana. Tengo plena confianza en ella, lo sabe y no puso ningún pero.

Giovina me estaba esperando en el aeropuerto, nos saludamos y cogimos un taxi para su casa, para la casa de Roberto como decía ella. La casa de Roberto era un ático de unos 150 metros cuadrados con sólo dos dormitorios, dos baños, una pequeña cocina y un despacho, el resto es un amplio salón con terraza, dos de las paredes del salón son estanterías repletas de libros perfectamente ordenados, me llamó la atención no ver un sólo marco con fotografías familiares en ninguna de las estancias de la casa, sólo había un gran cuadro colgado en el despacho con el retrato de Roberto de niño, Giovina me explicó que la autora era la madre de Roberto que era pintora.

La casa había pertenecido a sus abuelos, y al morir su abuela pasó a pertenecerle a el. Estaba situada en el centro de la ciudad,con maravillosas vistas, todo un lujo para un hombre sin oficio ni beneficio más que el de escritor y que hasta ahora le había dado más satisfacciones personales que beneficios, Giovina averiguó que hace años tenía unas cuantas posesiones familiares heredadas de las que no quedaba ni rastro, lo único que le quedaba era esa casa.

Después de un año juntos era ahora cuando Giovina empezaba a conocer al auténtico Roberto, al que se encerraba en su despacho envuelto en dudas y con una autocompasión rozando la tontería, por falsa e injusta. La vida de Roberto estuvo entre algodones, criado por su abuela desde que sus padres murieron en un accidente de tráfico cuando no contaba más que unos meses, fue el niño bonito, su abuela viuda desde hacía años se volcó en el niño procurando que tuviera lo mejor, incluidos todos cuantos caprichos se le antojaban, fue un niño problemático y un joven descontento, no puedo decir que fue un hombre porque nunca logró llegar a serlo, jamás tuvo problemas económicos y desde muy joven se dedicó a conocer el mundo, su gran afición fue la lectura se pasaba horas y días enteros metido en sus libros, empezó a escribir pequeños relatos macabros que nunca vieron la luz, su abuela mantenía la idea de que tenía una mente privilegiada con un gran don, un verdadero artista hasta que murió hace cuatro años, y para entonces seguía siendo un artista en ciernes, ¡y tanto!, como que a los 33 años, edad en la que Cristo ya había vivido toda una vida completa, el aún no había trabajado en nada que no fueran sus relatos, sus cuentos, sus poemas y esa novela que nunca acababa, lo más duro que había soportado era no tener las camisas planchadas y ordenadas a tiempo por la asistenta de su casa.

Estoy cansada de tanta tontería, mi vida no ha sido fácil a los 18 años trabajaba y estudiaba en la Universidad, no he tenido el tiempo suficiente para hacerme preguntas trascendentales sobre la vida o sobre su sentido, ni siquiera he podido saber si había desarrollado mis capacidades artísticas o sí tenía alguna, desde hace sólo dos años cuando Liuva se fue a Roma a la Universidad fue cuando empecé a tener tiempo para mi y fue muy poco porque enseguida conocí a Roberto en uno de mis primeros viajes con lo que quedó zanjado lo de ¿que quiero?, ¿qué me gustaría? .... y cosas así. Quiero estar segura del camino que he escogido porque tendré que andarlo sola, mis padres son muy mayores y mi hija pronto tendrá su propia vida, así que dependo de mi, sólo de mi, no te ofendas pero los amigos vienen y van y además cada uno tiene su propia vida, su familia, otros amigos y suficientes miserias como para tener la decencia de no abrumarles con mis problemas como estoy haciendo ahora contigo. Con esto quiero decir que tengo que estar segura del amor de Roberto y de su estabilidad, me juego mucho, me juego años de no poder ver a mis padres y a mi hija amén de amigos y conocidos, si me traslado a Barcelona como quiere Roberto me temo que mi soledad me axfisie, no tengo trabajo ni conozco a nadie, aunque ahora con internet es fácil estar en contacto con todo el mundo no se si será suficiente, estaría dispuesta si Roberto pasara más tiempo conmigo, pero hasta ahora se pasa los días ensimismado en ese despacho, y lo peor es que me necesita en todo momento, no le gusta que cuando se toma un respiro yo no esté en casa, me dice que como no conozco a nadie no comprende que hago fuera de casa. Esta mañana he estado buscando trabajo en una academia que necesitaban una profesora nativa de italiano, no se si me llamarán.

Nos habíamos sentado en la terraza con un café cada una y yo aún no había abierto la boca, Giovina se estaba despachando agusto, tenía unas ganas enormes de desahogarse antes de que llegara Roberto, le había llamado el abogado de la familia para hablar de impuestos. Oímos que se abría la puerta y unos pasos se dirigieron hacia nosotras, entonces volví la cabeza y vi a Roberto, tenía aspecto de bohemio venido a más, llevaba unos vaqueros y una camisa azul celeste, el pelo peinado hacia atrás recogido en una coleta y barba de varios días. Se acercó para saludarnos y nos dijo que tenía que volver a salir para solucionar un tema económico, los últimos tres años desde que murió su abuela era el abogado de la familia el que se ocupaba de todo, no había hecho una sola declaración de renta a excepción del año de la muerte de su abuela con todo aquello de la herencia, después se limitó a firmar lo que su abogado le decía. El año pasado no había tenido ingresos propios, había vivido sin más con lo que le quedaba en la única cuenta que aún tenía abierta, no se había preguntado de dónde venían los ingresos de la cuenta, sólo gastaba. El abogado le explicó que la fortuna familiar se había agotado hace más de una año y que gracias a la librería familiar que perteneció a su abuela en un 50% y que ahora era suya en la misma proporción había seguido teniendo ingresos y que gracias a eso no había pasado apuros económicos. El otro propietario se había cansado de que no se ocupara de nada y quería comprarle su parte, pero lo primero era solucionar sus problemas con Hacienda y formar parte de todos los que pagan impuestos individualmente con ingresos propios, le martirizaba ser un hombre formal fichado por el fisco y contribuir a la recaudación de tributos del patrimonio del Estado. Se había deshecho de todo el patrimonio familiar heredado a excepción de la casa en la que vivía, lo que le había permitido vivir muy bien hasta ahora, y a pesar de que el libro estaba teniendo una buena acogida no era suficiente porque dependía de las ventas que podían ser pocas o insuficientes, así que se alegró al conocer lo de la librería, al menos seguiría teniendo ingresos y no se tendría que preocupar por el dinero, nunca lo había hecho y no sabría como hacerlo, quería consultar con Giovina lo de la venta de su 50% para quitarse de problemas y obtener un beneficio rápido que era a lo que estaba acostumbrado. Había cambiado de idea respecto a lo de quedarse en Barcelona, nada le retenía en aquella ciudad, vendería también la casa y volverían a Italia, Giovina recuperaría su trabajo y el seguiría escribiendo sin tener que preocuparse de problemas tan absurdos como Hacienda, el era un artista ¡no podía estar preocupado de problemas terrenales como el resto de mortales!.

Roberto se marchó y nos dejo solas, Giovina se vino abajo y estalló en lágrimas. Ya no es el Roberto divertido y enamorado, le molesta cualquier cosa que le pueda apartar de si mismo, nunca ha tenido preocupaciones y no sabe afrontar la vida, ¿te has dado cuenta?, quiere seguir con la vida regalada, sin el más mínimo altercado, ya ves como reaccionó en San Gimignano cuando tuvo un contratiempo, estoy muy asustada, no se que hacer para que tenga un poco de responsabilidad, no sabe ni lo que es eso. Aunque vendiera la librería y la casa después de pagar deudas e impuestos y al ritmo que vive con sus viajes y sus caprichos el dinero no duraría más de tres o cuatro años y yo no puedo volver a mi trabajo me despedí de el cuando me fui a buscar a Roberto a Roma, tengo unos ahorros pero son para que Liuva acabe la Universidad y la casa de San Gimignano me gustaría conservarla para mi hija. He intentado hacerle comprender que debemos hacer planes de futuro y empezar a tener ahorros, no podemos seguir despilfarrando como hasta ahora.

Hizo una pausa y me dijo: hay algo que no te he contado y que es lo que más preocupada me tiene, Roberto consume cocaína habitualmente y lo peor es que no tiene ninguna intención de dejarlo, se ha mantenido alejado este último año aunque seguía consumiendo de una forma controlada, pero al volver aquí me temo que recaiga y vuelva a descontrolarse, por eso creo que ha cambiado de idea y quiere que nos marchemos. Me temo que ha venido a pagar antiguas deudas y por eso quiere vender su parte de la librería e incluso esta casa.

jueves, 4 de junio de 2009

Discusiones

Ven al gimnasio lo antes posible, era el mensaje de José Ángel en mi móvil, amén de dos llamadas perdidas. Antes de tomar ninguna decisión le llamé

Hola, soy Selene, ¿qué pasa?
Tengo que hablar contigo, ¿puedes venir un momento esta
mañana?
¿Ha pasado algo?
No, no te preocupes, sólo quiero contarte una idea que he tenido, pero no por teléfono
De acuerdo, pero no se si podré ir ahora
Muy bien, llámame con lo que decidas. Hasta luego
Hasta luego

Eran las diez de la mañana, había pensado tener un día tranquilo de lectura y terminarme la novela policiaca Muerte en la vicaría, de Agatha Christie, me divertía metamorfosearme en Miss Jane Marple y resolver los asesinatos.

Empecé a releer novelas policiacas al verme envuelta en el asesinato de Boris (a veces la realidad supera la ficción) después leería la vida y obra de Agatha Christie, me parecía fascinante, sobre todo aquel episodio de su desaparición durante diez días a los 36 años, también quería terminar de leer el relato detectivesco Los crímenes de la rue Morgue de Edgar Allan Poe. Devoraba las novelas policíacas desde niña, quizá me había convertido en una perfecta analista de situaciones y gozaba con la actividad intelectual de desentrañar misterios, ponía a prueba mi capacidad de deducción con todo tipo de operaciones previas y después las analizaba como haría un matemático, por eso lo que para otros era lo más absurdamente sencillo me podía llevar a la resolución de un misterio.

Mi marido siempre recriminaba mi fantasía con frases como: pon los pies en la tierra’, pero le gustaba escuchar la exposición del análisis de los hechos que le relatva, y con expresión de rendirse ante lo evidente y aire ofendido me decía : desde luego ingenio no te falta querida, entonces mi orgullo hacía una de sus apariciones estelares y nos enfrascábamos una y otra vez en una discusión sobre el ingenio y el poder analítico porque yo mantengo que no es simple ingenio lo que lleva a la resolución de un misterio, porque aunque el analista es necesariamente ingenioso, el ingenioso está con frecuencia notablemente incapacitado para el análisis, por eso yo nunca seré ingeniosa como el dice, sino analítica e imaginativa porque para mi lo primero es el análisis de las distintas situaciones para poder imaginármelas y llegar a una conclusión.

Me olvidaría de la lectura de momento, no podía concentrarme, le había dado largas a José Ángel pero lo mejor es que le llamara para decirle que iba a pasarme por el gimnasio.

La idea que tenía José Ángel era descabellada, que yo me hiciera cargo del gimnasio mientras el solucionaba sus problemas, aunque en realidad podía hacerlo, entrar a las nueve de la mañana y salir a las nueve de la noche, sin poder salir ni a comer (tendría que comer en la habitación-despacho-cocina que tenía el gimnasio), me negué rotundamente, pasarme todo el día enclaustrada no me interesaba y tampoco me decía el tiempo que duraría aquella encerrona, una semana, dos...., pero pensé en mi hijo Guillermo que estaba buscando la manera de sacarse unas pelas para hacer un viaje con su nueva novia y se lo propuse a José Ángel: Conozco dos tortolitos que estarían encantados si les pagas bien, al final quedamos en que ambos se pasaran por la tarde y hablaría con ellos. Era la solución perfecta, el gimnasio no cerraría y si ocurría algo yo me enteraría porque mi hijo me tendría informada puntualmente, y yo quedaba libre para poder viajar a Barcelona para ver a Giovina como tenía previsto.

martes, 2 de junio de 2009

'Camisa de once varas'

La casa estaba en silencio como todas las mañanas, me atormentaba aquel silencio, aquella soledad. Siempre había sabido cuidar de mí misma y de los mios, pero muy pocas veces había sabido cuidar o aconsejar a personas ajenas a mi entorno, tampoco las comprendía por eso había caído en la trampa de Violeta. Después del fracaso ante mi falta de perspicacia con aquella mujer me propuse aprender de mis errores y aceptar la derrota con dignidad, mediría mis palabras e intentaría no intimar con nadie más, pero estaba claro que todos aquellos propósitos quedaron en eso y ahora volvía otra vez a meterme en 'camisa de once varas', no podía controlarlo una especie de vorágine interior me arrastraba hacia los problemas de los demás llenando o rellenando esa soledad diaria de las mañanas de mi casa, dicen que las mejores tácticas para los que padecen carencias son la introspección y una buena visión periférica y sólo entonces será posible el crecimiento personal, a lo que yo añadiría la preocupación por las carencias y las miserias de los demás, porque es en ese momento cuando la vida parece darte un respiro y olvidas las tuyas.

Con ese gran deseo de crecimiento interior al preocuparme de las carencias y miserias de los demás salí de mi casa y me fui al gimnasio para ver a Jose Ángel, mi nuevo reto. A la vuelta del gimnasio llamaría a Giovina para que me contara como la va por Barcelona, de ese modo no pensaría en mi soledad en toda la mañana.

Jose Ángel estaba en la puerta del gimnasio fumándose un cigarro, me saludó y me invitó a tomar café en el bar de al lado, quería hablar conmigo. Nos sentamos en una de las mesas del fondo, en el bar solo estaban las dos camareras de siempre.

JA: He hablado con mi mujer sobre lo que me dijiste, lo de cambiarnos de casa y la parece una buena idea
S: Muy bien ¿no? JA: Sí, el problema es que Rosita (la brasileña) no entra en razones, dice que lo suyo no es pasajero,vamos que me da la impresión de que se quiere cobrar el tiempo que me ha dedicado. S: Lo que no entiendo es por qué la sigues viendo JA: No la he visto, son conversaciones telefónicas, he tenido que dar de baja el móvil y voy a cambiar el teléfono del gimnasio por uno de esos en los que queda reflejado el número desde el que te llaman para poder eludirla, espero que se canse de llamar y me deje en paz.

S: Me da la impresión de que no bastará con eso

JA: La semana que viene ya he avisado a todo el mundo que voy a cerrar el gimnasio por un tiempo, voy a buscar piso y a hacer la mudanza pero no voy a poner cartel de provisional en la puerta, quiero que piense que está cerrado definitivamente.


S: Espero que te salga bien y puedas retomar tu vida tranquilo, creo que ya has tenido suficiente.

Sonó mi móvil, era el inspector Arribas, quería que me acercara a la comisaría habían detenido a un hombre y sospechaban que era Andrés y sólo yo podía confirmarlo. Me disculpé con Jose Ángel antes de marcharme y le prometí que seguiríamos en contacto.

Cuando llegué a la comisaría me estaban esperando, pasé al despacho del inspector Arribas, sentados frente a la mesa donde estaba sentado Arribas estaban Andrés y un policía, el inspector me pidió que pasara y el policía se levantó para cederme el asiento. Allí estaba, sentada al lado del que un día fuera mi compañero de clase, iba vestido con un traje gris perla, camisa azul añil y corbata azul clara, peinado con gomina y se cubría los ojos con gafas de sol oscuras, pero lo 'mejor' era lo que no trascendía a simple vista, esas 'maravillosas' cualidades como la de estafador y la de asesino. Se quitó la gafas de sol y me dedicó una mirada hostil y amenazadora, yo le miré y le saludé ¡Hola Andrés!, creía que te habías ido de vacaciones (no se si el sarcasmo estaría fuera de lugar pero a mi me ayudaba a superar la tensión) Andrés no me saludó, ni me amenazó, ni nada de nada, vamos que sólo abrió la boca para dirigirse al inspector y declarar en voz alta, muy alta ¡no se quién es esta mujer!.

I: No se moleste Andrés, sabemos suficiente como para que se pase el resto de su vida en la cárcel, tanto usted como su compinche.

El inspector Arribas me explicó que Andrés le había dado a Carlos los diamantes por 500.000 euros y este se los tenía que pasar al hombre detenido en la joyería que los sacaría fuera del país, a la entrega de estos Carlos recibiría el resto, otros 500.000 euros.

I: Su gran error fue contratar a un transportista charlatán, nada más llegar a la comisaría lo cantó todo, no quería que le incrimináramos en ningún crimen. Carlos fue quién asesinó a Boris y a los supuestos padres de Violeta y Andrés a Violeta y tenía que quitarte a ti de en medio querida Selene. La red se extiende fuera de nuestras fronteras pero nos va a ser muy difícil detener a nadie más, nos tememos que los contactos de Carlos y Andrés con ellos era sólo a través de internet, - los peces gordos nunca dejan pistas -, bueno al menos de momento hemos desarticulado la banda aquí en Madrid y solucionado los asesinatos.

S; Pero, quién me asegura a mi que los cómplices de Andrés fuera de Madrid no saben nada de mi

I: No lo creo, de todas formas te pondremos vigilancia hasta que se celebre el juicio.

jueves, 28 de mayo de 2009

Presentación del libro de Roberto

Había estado unos días sin poder salir de casa por culpa de la maldita alergia, me pasa todas las primaveras, mi cara se hincha como un globo, los ojos se me enrojecen y toda yo soy un cromo, si añadimos que no paro de estornudar el cuadro es completo. Ya me encontraba mejor pero no tenía ánimos para nada y precisamente hoy llegan Giovina y Roberto a Madrid, le prometí a Giovina que estaría en la presentación del libro de Roberto y que después nos reuniríamos para comer y hablar un rato de todo o pasado.

A las nueve de la mañana salí de casa con los antiestamínicos en el bolso y me dirigí al hotel dónde se hacía la presentación del libro. Me suelen aburrir muchísimo este tipo de acontecimientos, así que me senté en una de las últimas filas de asientos que estaban dispuestos para los asistentes a la presentación del libro (casi todos periodistas). Cuando terminó llamé al móvil de Giovina y quedé con ella en una cafetería próxima a hotel. Esperé casi una hora hasta que aparecieron, estaban eufóricos, el libro de Roberto estaba teniendo una buena acogida tanto en Italia como en España y ya habían publicado una segunda edición, su saludo fue muy cariñoso y tuvieron la deferencia de no referirse a mi lamentable estado físico (la alergia seguía haciendo de las suyas). Hablamos sobre todo del caso en el que estaba colaborando con la policía, Roberto decía que bien podría escribirse una novela de misterio, pero no se como desvió la conversación hacia su libro y empezó a contar su gran devoción por la literatura y los muchos libros de poesía y novelas que pensaba publicar con las ganancias de este libro, me recordó aquello de vender la vaca antes de obtener las ganancias del cántaro de leche que terminó derramada. En el momento en qué Roberto se levanto para ir al WC, Giovina me hizo algunas confidencias

G: puedo hablar delante de el porque desviaría la conversación, a pesar de que sabe que estás al tanto de todo, aún no ha asumido su intento de suicidio, o más bien es como si no hubiera pasado, nunca habla de ello, y cuando quiero abordar el tema corta por lo sano y no me escucha o cambia la conversación, estoy muy preocupada, ahora sólo habla del éxito de su libro, incluso creo que se le está subiendo un poco, actúa como un gran divo como habrás podido observar.


En la cara de Giovina se reflejaba cansancio y preocupación, de repente desapareció la euforia fingida de cuando llegaron y mostró su verdadera cara, me sentí un poco apenada, no la conocía mucho, pero si lo suficiente como para compartir mucho más de lo que compartiría con otras amigas de hace tiempo
G: Tengo miedo de que su ego crezca tanto que termine por ver sólo este éxito, o más bien que sólo vea la parte de el que le interesa y si vienen mal dadas, y esto sólo sea efímero, vuelva a recaer.

Se iban a quedar dos días en Madrid, Roberto tenía que ir a dos programas de televisión para promocionar su libro y Giovina me pidió que les acompañara para poder hablar conmigo con más calma mientras el estaba rodando los programas.

Al día siguiente me reuní con Giovina en los estudios de televisión, no nos quedamos para ver el rodaje de la entrevista, dejamos a Roberto y nos fuimos a dar una vuelta para poder hablar. Caminamos una media hora y nos sentamos en uno de los bancos del parque al que habíamos llegado. Giovina empezó a contarme lo sucedido desde que salieron de la clínica de Roma, yo escuchaba sin mediar palabra porque me di cuenta que necesitaba desahogarse, me contó que cuando salieron de la clínica Roberto estaba tan feliz que no dejaba pasar un sólo minuto del día sin dedicarse a cualquier actividad

G: ¡No paramos!, lo curioso es que yo quería complacerle en todo, me sentía culpable y responsable de todo lo que le había pasado, mi sentimiento de culpa me ha llevado a cometer muchos errores, el primero no recordarle nunca su debilidad, nunca hablé con el del porqué de aquella mala decisión, de su falta de paciencia, de su desesperación, sólo hablamos de la mala fe de mi hija, la hace responsable de todo, yo no digo que no fuera así, pero el es un hombre maduro y Liuva una chiquilla que me adora y actuó mal aconsejada, me digo a mi misma: tiempo al tiempo ... pero creo que tengo que empezar a poner límites si quiero seguir adelante. Los días que pasé con mis padres hablé mucho con mi madre, es la mejor mujer de mundo y tiene intuición para todo lo que me pasa, me vuelvo transparente en su presencia, me dijo que me notaba inquieta, sin control, viviendo una vida sin tregua y que la vida de todos necesita momentos de serenidad, un interior acorde con nuestros sentimientos porque los sinsabores llegan de fuera, con imprevistos que no podemos controlar, que al menos hemos de controlar nuestra paz interior para poder ser felices, me recordó que yo no tenía paz interior, y que por eso lo primero que tenía que hacer era centrarme. Nunca la conté lo pasado con Liuva y cuando nos fuimos me recordó que debía encontrar equilibrio en mi vida, que el amor ha de ser profundo y lo suficientemente sólido como para aguantar los ataques internos y externos, me lo dijo de tal forma que sin haberla contado nada parecía saberlo todo. Quedé en regresar muy pronto con Roberto para que lo conocieran (entonces tenía la esperanza de encontrarlo sin más), pero no he vuelto no quiero que conozcan al Roberto preocupado sólo de su éxito, hablando tanto de si mismo y de su obra que hace que los demás le adulen o le odien, una de dos, incapaz de mantener una conversación en la que no aparezca su obra literaria como protagonista, siempre dirige la conversación hacia el mismo punto hasta que termina aburriendo, ha cambiado mucho. El mes que viene celebramos nuestro aniversario, un año juntos, estoy segura que ni se acuerda, tendré que recordárselo, no me mal interpretes estoy segura de que está enamorado de mi, de lo que no estoy tan segura es de si se quiere más a si mismo, es como si hubiese pasado de un extremo a otro, de quererme más que a su propia vida a querer su éxito más que a mi. Espero que sea pasajero porque no se como reaccionar por eso te lo cuento para que me des alguna idea.


Aconsejé a Giovina lo mejor que pude, la recomendé que antes de seguir con la gira de promoción Roberto debería ponerse en manos de un psiquiatra, después de un intento de suicidio no creía posible recuperarse sin más, sólo un especialista le ayudaría a superarlo para no recaer, bloquear algo tan serio podría tener graves consecuencias. Al mirar al frente vi a Roberto que se acercaba y le hice una seña a Giovina para desviar la conversación

G: Mañana nos vamos a Barcelona, tenemos intención de quedarnos una temporada por allí.
R: Bueno chicas, ¿qué tal?
G: Estábamos recordando cuando nos conocimos hace casi un año, cuando Selene estuvo con uno de sus hijos y se metieron sin pretenderlo en las revueltas de Vía Augusta, la carrera que nos dimos hasta hallarnos lejos de todo, yo te había conocido sólo dos días antes y era nuestra primera cita, ¿lo recuerdas?
R: Si, fue emocionante
Y con contundencia Roberto me miró
R: Selene tenemos que irnos aún nos queda mucho por hacer, me ha dado gusto volverte a ver.

Dejó dinero en la bandeja para pagar la cuenta y se levantó, entonces Giovina contrariada se disculpó y me dijo que ya me llamaría, que me pensara el ir a visitarlos a Barcelona porque Roberto pensaba volver a escribir ahora que estaba de nuevo en su casa y que ella tendría mucho tiempo libre para visitar la ciudad. En realidad era una invitación de súplica para que no la dejara sola en esta situación.

sábado, 23 de mayo de 2009

De vuelta a la vida ¿cotidiana?

Giovina se despidió con un beso y un hasta pronto.

No tenía nada que hacer en todo el día, y la investigación seguiría su curso, tenía la impresión de que pasaría algún tiempo sin saber nada del inspector Arribas. Volví a mi gimnasio, nada más entrar noté que todas las miradas se posaban en mi, el dueño del gimnasio, Jose Ángel, se acercó y me preguntó por mi salud, en un principio pensé que era porque me había ausentado mucho en los últimos meses, pero comprobé que su curiosidad iba más allá, me contó que la policía estuvo registrando mi taquilla y que habían interrogado a algunos incluido el, pero nadie sabía nada sobre mi vida. Nunca he sido dada a confiar mi vida a nadie, no hago muchos amigos y no me gustan los comentarios sobre otras personas, podría decirse que soy una persona reservada y tengo la tendencia a obedecer a mis instintos, los 'nuevos' en mi vida me tienen que entrar por los ojos, han de darme buenas vibraciones, incluso así, ha de pasar mucho tiempo para que pueda confiar si es que lo hago, y después de haber confiado en la falsa Violeta y en sus palabras me resultaba aún más difícil.

Al dueño del gimnasio (Jose Ángel) lo conocí cuando me apunté al gimnasio hace cuatro años y exceptuando el saludo diario por cortesía no hemos intercambiado más de cuatro palabras, lo que se de el es por mis compañeras de ejercicios, sobre todo de un par de ellas que bien podrían ganarse la vida en un programa de cotilleos, la información que tengo sobre el y mis impresiones coinciden en que es una persona que no es capaz de centrarse, que se toma la vida a la ligera y hace lo que le viene en gana, algunas veces le oí hablar de su mujer y de su hijo y sentí ganas de taparle la boca y que se tragara sus palabras, es un hombre encantador, todo lo encantador que le permiten el resto de las mujeres, ahora sus encantos estaban dirigidos a una brasileña de pocos escrúpulos, que aún sabiendo que es un hombre casado y padre de un niño no la importa mostrar sus 'cariños' en el gimnasio delante de todo el mundo, a veces he podido observar un poco de dignidad en el cuando intenta pararla los pies, lo último es qué está metido en un buen lío porque la brasileña le ha amenazado con contarle a su mujer su relación, según parece se ha crecido y pretende tenerle en exclusiva. Mónica una de las del gimnasio dice que es un estúpido porque va a salir de Málaga para meterse en Malagón, y que la brasileña en cuanto consiga una estabilidad económica que es lo que busca le va a poner los cuernos todos los días, - le estaría bien empleado, por cabrón -. Así qué cuando se dirigió a mi sentí un poco de lástima por el y mi curiosidad (antes inexistente en estos casos) me llevó a darle conversación, el quería saber cosas sobre mi vida y yo quería saber como había resuelto sus problemas.

Nos sentamos en las escaleras que daban a la calle y le conté por encima el lío en el que estaba metida, claro que sin dar detalles ni contar nada de los asesinatos ni de los diamantes, sólo que estaba colaborando en una investigación con la policía, que habían ido a recoger unos papeles de mi taquilla al no poder ir yo misma por estar fuera de la ciudad. Y, sin saber como Jose Ángel empezó a contarme que el estaba metido en un lío terrible, que estaba enamorado de su mujer y que quería muchísimo a su hijo, pero que una brasileña con la que tenía una aventura le tenía pillado.
- Lo peor es que no me apetece ni verla y mucho menos tener relaciones íntimas con ella, he empezado a tenerla manía, me resulta desagradable, ya no encuentro nada en ella que me atraiga a pesar de ser una mujer guapísima con un cuerpo de vértigo ha logrado despertar lo peor que hay en mi. Te juro que si salgo de esta no vuelvo a mirar a otra mujer que no sea la mía, me tiene amenazado, dice que si la dejo se lo contará a mi mujer y entonces la perderé, y estoy seguro de que es capaz de hacerlo, y no quiero perder a mi mujer y a mi hijo. Además ahora tengo que pasarla dinero y no se como justificarlo, cada vez es más difícil porque mi mujer lleva las cuentas. Creo que sólo una mujer como tu puede ayudarme, habla con ella por favor y haz que entre en razones. Sus palabras se atropellaban, hilaba unas frases con otras como podía, sus nervios le estaban delatando. Me dije a mi misma: si los hombres en el momento de seducir o dejarse seducir por otra mujer pensaran que lo mismo que está haciendo el lo hace otro y que es su mujer la que está siendo seducida se lo pensarían dos veces.

No sabía que decirle, sólo se me ocurrió algo así como: todo pecado tiene su penitencia, pero claro era lo mismo que no decirle nada de nada. Le previne de que jamás hablaría con la brasileña, que sólo faltaba que me metiera en otro lío porque estaba segura de que me metería y no saldría bien parada, y que lo único que podía hacer es intentar aconsejarle si estaba realmente arrepentido, y le advertí que no me hiciera perder el tiempo porque si me mentía y lo que quería era salir de esta para meterse en otra la que se enfadaría de verdad sería yo, me prometió que no me mentía, así que le di vueltas a mi cabecita y le dije: escucha bien: lo primero que tienes que hacer es cambiarte de casa, le dices a tu mujer que estas harto de tanto viaje y que has visto un piso cerca del trabajo que os vendría muy bien, como tu piso es alquilado no creo que tengas problemas, y la animas diciéndola que el colegio que hay en la misma calle es de los mejores para tu hijo, de esa manera la brasileña sólo podrá localizarte en el trabajo y no dejes que siga en el gimnasio, puedes hacerlo porque tienes reservado el derecho de admisión, tampoco la des más dinero, ya se cansará, incluso puede que tengas suerte y que en ese espacio de tiempo encuentre otro 'primo' y te deje en paz, pero sobre todo no le cuentes nada a tu mujer, al menos de momento. Le miré y me di cuenta que estaba desesperado de verdad porque me escuchaba sin perder detalle, decidí dar un tono más absoluto de auténtica reprimenda para que se lo tomara en serio y muy enfadada le dije: espero que hayas aprendido a mantener tus cojones guardados en la bragueta, ya sabes algunos polvos se convierten en lodos o más bien en arenas movedizas dónde te hundes. Me sorprendí diciéndole aquellas palabras pero surtieron efecto.

Nos habíamos pasado una hora hablando mientras el resto de compañeros hacían sus ejercicios. Me levanté y entré a hacer un poco de bicicleta, mientras pedaleaba me dije ¡Selene, vas de lío en lío desde hace algún tiempo, deberías parar un poco!.