martes, 30 de junio de 2009

Cuentacuentos

Aquella noche no pude dormir, me pasé la noche revisando mi pasado, me invadió la idea de la muerte, de mi muerte, me había metido en una guerra con varios frentes abiertos y muchas batallas, hasta ahora había salido indemne de una y vencido a mis enemigos, pero estos se multiplicaban y abrían nuevos frentes desconocidos hasta ahora, cada vez era más difícil reconocerlos estaban en todas partes, ya no podía fiarme de nadie, el mero hecho de salir de casa era peligroso,sabía demasiado y conocía a los nuevos actores de esta obra, el argumento se complicaba y no conocía el final, sólo podía seguir leyendo.

Tenía en mis manos el álbum de fotos que mi madre me regaló al cumplir los dieciséis años, las imágenes me transportaron a un pasado sin penas, en todas y cada una de las fotografías de las primeras páginas había quedado pasmada una situación de auténtico gozo. Fui una niña a la que no le faltó de nada, mis padres me regalaron una infancia sin problemas, mis deseos se cumplían al instante, no tenía preocupaciones ni quebraderos de cabeza, destacaba en el colegio, con mis amigas y en mi familia sin el más mínimo esfuerzo. Con el paso de las páginas, pasaba también mi niñez y me adentraba en la adolescencia y en las ocupaciones, a partir de los doce años mi vida cambió, ¡tenia obligaciones! hasta entonces nunca sospeché que tendría obligaciones, que tendría que sentarme delante de un libro y asimilar todo cuanto leía, ni siquiera me había planteado que tenía que estudiar por obligación para conseguir aprobar unos exámenes que se me atragantaban, y mucho menos que la lectura se me hiciera cuesta arriba, yo quería seguir leyendo para meterme de incógnito en otros mundos, dejando volar mi imaginación, quería seguir jugando en la calle, ver películas con mis hermanos encerrados en aquella habitación que era tan nuestra, imitando a los actores y montándonos nuestra propia película, no comprendía porqué tenía que renunciar a todo y ponerme delante de un libro que no me gustaba, era incapaz de concentrarme en aquellos tediosos temas en pro de un futuro que no alcanzaba a ver, odiaba la tan trillada frase de: tienes que labrarte un futuro, y parece ser que eso se conseguía a través de exámenes de materias de todo tipo, mi madre no logró que tuviese interés, y quizá por eso me internaran en aquel odioso colegio donde todo eran normas no escritas y caparon mi infancia de cuajo sin anestesia, y dónde empecé a saborear la amargura de las lágrimas en silencio.

Incluso ahora me resultaba doloroso ver aquellas fotografías a partir de la página 'Selene a los doce años' porque a partir de esa página sólo había fotos de vacaciones como si el resto del año me lo hubieran robado reduciéndolo a las vacaciones, fue cuando mi vida se bifurcó, tenía dos vidas la del colegio y la de mi familia, tenía dos formas de vivir ... y tenía dos formas de pensar. A partir de aquel año fueron muchas las vidas, muchas las formas de pensar, muchas las formas de actuar y muchas las formas de vivir hasta olvidarme de mi, y era ahora que quería recuperarme y volver a ser yo con mi mundo interior, poder disfrutarme, desplegar la coraza que me aisla de los malos.

En cualquier momento me quitarían de en medio y anularían la posibilidad de llegar a esa edad en la que no tienes que dar explicaciones a nadie como decía don Julio, un maestro jubilado que vivía en una preciosa casa a las afueras del pueblo y al que visitaba todos los días cuando era una niña para saborear aquellas deliciosas galletas que preparaba su mujer y para escuchar sus historias, algunas reales y otras inventadas, yo me quedaba en silencio sentada a su lado en el jardín de la parte de atrás de la casa, a veces nos cubría la noche sin darnos cuenta y volvía a casa cuando todos estaban sentados a la mesa para la cena, mi madre me miraba y sonreía, nunca me riñó por aquello, sólo decía ' cuentacuentos, ilustranos mientras cenamos' y yo me sentía importante, la protagonista de la noche, así que no sólo contaba las historias nuevas de don Julio, también las escenificaba. Después de recoger la mesa me permitían subirme a ella para poner punto y final a la historia de aquella noche y después nos salíamos a la puerta de la calle hasta la hora de ir a la cama, mis hermanos y yo nos reuníamos con los otros chicos del barrio, algunas noches les contaba las historias de don Julio y otras mis propias historias, me aficioné a inventar cuentos sobre todo de terror para mantener vivo su interés.

Cerré el álbum y lo puse en la estantería, ya eran las 6 de la mañana, esperaría hasta las 8 que abría el gimnasio y me acercaría para hablar con José Ángel, no iba a dejar pasar ni un sólo día sin aclarar la situación, me acordé de don Julio cuando me decía: niña si agún día la situación te sobrepasa cuenta hasta 10 y actúa, y aquella noche había contado hasta 11.

viernes, 19 de junio de 2009

El cuento de nunca acabar

Me despedí de Giovina y de Roberto y volví a Madrid.

Mi casa estaba vacía cuando llegué hice algunas llamadas para dar señales de vida, me duché comí una ensalada y me quedé dormida en el sofá con el ruido de uno de esos programas soporíferos de televisión. Me despertó el sonido del teléfono, era el inspector Arribas, me había olvidado de el en los últimos días


¡Hola!, ¡hola!, ¿Selene?, soy Manuel Arribas
Buenas tardes inspector
Buenas tardes, ¿en qué líos se ha metido esta vez?
No comprendo a que se refiere
A su viaje a Barcelona, nos ha traído de cabeza
Había olvidado que me estaban vigilando, no pensé que me seguirían a Barcelona, en realidad no tiene nada que ver con el caso, mi viaje a Barcelona fue para ver a unos amigos
Unos amigos que se mueven en ambientes poco recomendables querida Selene
No creo que eso sea asunto suyo, ¿que quiere?
Que se acerque por la comisaría lo antes posible su amigo Andrés se ha derrumbado y no ha parado de darnos información, hay nuevas remesas de diamantes en Madrid y creemos que pronto se pondrán en contacto con usted
Inspector intentaré que me comprenda, accedí a testificar en el juicio ... pero ¡nada más!, ¿entiende?, ¡nada más!
Lo siento pero usted misma se complicó en esto y ahora es tarde para pensárselo mejor
No entiendo nada, me pasaré por la comisaría y hablaremos, por teléfono es inútil
Muy bien, hasta luego

Colgué el teléfono, me puse unos vaqueros y una camiseta y salí de casa hacia la comisaría, no estaba dispuesta a complicarme de nuevo, esto parecía el cuento de nunca acabar y ya estaba harta de tanto sinvergüenza.

El inspector Arribas me pasó a su despacho
Sientese Selene
Gracias inspector, usted dirá
Selene, ¿conoce a una joven brasileña que se hace llamar Rosita?
Me quedé petrificada
¿Qué tiene que ver con el caso?
¿La conoce o no?
La conozco por referencias, pero no personalmente
Por referencias ¿de quién?
El inspector Arribas estaba usando un tono impertinente y agresivo conmigo, no entendía nada
Está bien, si no me aclara que pasa no seguiré con esta conversación
Está bien, ayer estuvimos hablando con su hijo y por lo que observo no la ha dicho nada
Inspector he regresado hace unas horas de Barcelona y he hablado por teléfono con mi marido y mis hijos para informarles que ya estaba en Madrid, y es verdad que mi hijo me ha dicho que tenía que hablar conmigo pero nada más.
Registramos la taquilla de su gimnasio y encontramos documentos muy interesantes y un pequeño maletín con joyas acompañado de una lista de precios muy interesante
No tengo ni idea de lo que me está contando, lo único que se de Rosita es lo que me ha contado el dueño del gimnasio, que tuvo un lío con ella y que ahora no sabía como hacer para librarse de la muchacha porque se había aferrado a el como un clavo ardiendo
La tal Rosita es una pieza de cuidado, se puso en contacto con un tal José Ángel, que según creo también es amigo tuyo, y han estado controlando todos tus movimientos desde el principio, desde la fiesta en la que conociste a Violeta, puede que tu no la conozcas pero ella sabe muy bien quién eres, te estoy avisando porque supongo que sin darte cuenta has involucrado a tu hijo en toda esta historia y es muy peligroso. Apenas te fuiste a Barcelona se adueñaron de tu taquilla, nadie sospecharía ya que tu hijo era el único que tenía llaves
José Ángel es el dueño del gimnasio y me contó que tenía problemas con esa chica y que no quería que su mujer se enterara
Querida amiga, tu José Ángel está completamente pringado y te puedo garantizar que nada de lo que te haya contado se mantiene en pié, siento que mis palabras te hieran pero lo hemos parado a tiempo no podrán seguir utilizando como han hecho hasta ahora. Tu 'amigo' y la brasileña nunca han mantenido ninguna relación más allá de la comercial y seguramente delictiva, pero de amantes nada de nada, creo que fue la mejor manera de acercarse a ti sin que sospecharas
No puedo asimilar otra vez mi candidez, desde hace unos meses me pesa la vida más que un relato inacabado.


miércoles, 17 de junio de 2009

Saldadas las deudas del pasado

De tanto vivir fingiendo o de tanto fingir viviendo se había olvidado de ser ella misma, ya no recordaba su verdadero yo, de vez en cuando se paraba a pensar en ella pero los recuerdos eran cada vez más difusos, no se conocía ni se reconocía. Aquella mañana había tomado la decisión que llevaba tiempo pensando, se marcharía de Barcelona, se iría sola, esta vez no acudiría a nadie, ni a sus padres ni a su hija, ni a amigos, tenía que estar sola para pensar, Roberto la había arrastrado a una vida sin sentido cada vez más vacía de valores, la había arrastrado a un mundo ingrato, hacia un abismo cada vez más profundo.

Giovina me despertó, después de ponerme al tanto de su decisión, me leyó la carta que había dejado para Roberto y salimos de la casa dejando a Roberto en la cama.

Adiós mi amor, necesitas un tiempo para solucionar tus problemas, yo nada puedo hacer, has de ser tu solo el que se centre para que podamos tener un futuro juntos. Noches como las de ayer solo agravan la situación porque no confías en mi lo suficiente como para que esté a tu lado, creo que es el momento de dar una callada ausente por respuesta. Ya no tengo miedo por ti, tu ego está por las nubes y te acompañará allá donde quiera que vayas. Estaba convencida de que nuestro amor superaría cualquier barrera, pero para que eso suceda hemos de ser los dos los que queramos saltar y en estos momentos sólo yo estoy dispuesta a dar ese salto.

Estábamos en el rellano de la escalera a punto de cerrar la puerta cuando aparecieron dos hombres armados detrás de nosotras y nos obligaron a entrar de nuevo en la casa, mientras uno de ellos nos mantenía sentadas en el sofá del salón el otro registraba la casa, a los pocos minutos apareció con Roberto y le hizo sentarse a nuestro lado, el más alto mirando a Roberto le dijo: Anoche te escapaste, eso no estuvo bien, ya hemos perdido mucho tiempo y nuestro jefe está más que harto de tantas tonterías, será mejor que nos acompañes al notario para hacer el traspaso de las escrituras de tu casa y de la librería, nos están esperando, tu
s amigas se quedarán aquí con mi amigo hasta que regresemos, no te preocupes cuando acabemos no te molestaremos más.

Las deudas de Roberto estaban a punto de ser saldadas y nosotras éramos la garantía. Roberto nos tranquilizó, nos dijo que el pasado le estaba cobrando sus abusos con la vida, pero que había tenido suerte porque Giovina aún estaba allí, el destino quiso que fuéramos testigos de como un hombre empezaba a reconocerse a sí mismo, a reconocer sus actos y las consecuencias de estos. Hasta ahora Roberto era consciente de su existencia pero no de la consecuencia de sus actos, su conciencia cloroformizada estaba despertando del efecto del anestésico, deseaba ser un hombre recto sin actos reprobables, la vida le estaba dando una gran oportunidad para salir de su pasado al lado de Giovina y con el éxito profesional, no podía cometer más errores, estaba dispuesto a zanjar su pasado y seguir adelante, nos dijo que cuando volviera nos contaría todo, más bien que hablaría con Giovina porque no quería perderla.

Las horas pasaban lentamente, nos trasladamos a la cocina para prepararnos un café, nuestro acompañante era amable, repetía que sólo teníamos que esperar a que volvieran y todo acabaría, que el hecho de reconocerle no era problema porque sería mejor que la policía no llegara a saber nada de todo aquello por los muchos chanchullos de Roberto, estaba seguro de nuestra discreción y de que después de solucionar el problema desapareceríamos de Barcelona.

No le faltaba razón a nuestro carcelero, de hecho en cuanto llegó Roberto llamanos a una empresa de transportes y alquilamos un guardamuebles para dejar las cosas de la casa, salimos de aquella casa sin volver la vista atrás y nos alojamos en un hotel.

A la mañana siguiente pensaba despedirme de la pareja e irme al aeropuerto para regresar a Madrid. Llamaron a mi habitación, eran Giovina y Roberto, querían hablar conmigo antes de ir al aeropuerto, las enormes ojeras en sus rostros y su cara de cansancio delataban una noche de insomnio, me dijeron que volvían a Italia pero no a San Gimignano, de momento se quedarían en Roma un amigo de Giovina les dejaba una casa que tenía vacía, su situación era crítica, sin apenas recursos económicos y sin trabajo. De la situación de Roberto apenas me contaron nada, solo que se había metido en un negocio poco recomendable y que sus adicciones le dejaban sin voluntad invitando a todos los que se le cruzaban aumentando sus deudas considerablemente. El último año que pasó fuera de Barcelona no tuvo la precaución de cerrar las cuentas en los múltiples garitos que frecuentaba, así que sus deudas siguieron sumando, cuando volvió y cerró las cuentas se convirtió en persona non grata para sus parásitos y sus acreedores se pusieron en movimiento dando como resultado su más absoluta ruina.


jueves, 11 de junio de 2009

Mirada perdida

Roberto no volvió y Giovina empezó a preocuparse, nos arropaba la noche en aquella terraza, la calidez de la brisa nos envolvía, pero la sensación de paz estaba empañada por el rostro tenso y pensativo de Giovina.

Después de unas horas sin apenas conversación salimos a la calle para buscar a Roberto, teníamos una ligera idea de dónde podía estar, los bares que frecuentaba cuando vivía en Barcelona eran siempre los mismos, Giovina sabía de ellos por los ataques de sinceridad de Roberto, de cruel sinceridad como decía ella porque la describía con minuciosidad sus noches locas con amaneceres imprevistos y en lugares desconocidos, casi siempre al lado de alguna mujer con rostro anónimo, ella no quería saber nada del turbio pasado del hombre al que amaba, sólo quería al Roberto que había conocido y al que adoraba con el que quería compartir su vida ahora hecha añicos desde que volvieron a Barcelona. La transformación de Roberto la había descolocado, se sentía impotente y no sabía como enfrentarse al nuevo Roberto para ella totalmente desconocido.

Nos metimos en una de esas calles que dormían de día y despertaban por la noche, el bullicio de las aceras nos daba una idea de como sería el interior de los locales. Uno por uno fuimos recorriendo todos los garitos sin resultado, los ojos de Giovina no ocultaban la preocupación creciente cada vez que salíamos de un nuevo local sin resultado, hasta que llegaron a ser impenetrables, su mirada era cada vez más fría a medida que transcurría la noche. Siempre me fascinaron los ojos de Givina, chispeantes, era capaz de animar la más aburrida de las conversaciones con una sola mirada, pero esta noche se habían vuelto inexpresivos, fijos, distantes, con la mirada perdida.

A las dos de la madrugada nos dimos por vencidas y volvimos a casa. Por la mañana, Giovina entró en el despacho de Roberto para recoger unos papeles y se encontró a este tendido en el sofá, no se había quitado la ropa. Cuando entré en el despacho y vi a Roberto caí en la cuenta de que la noche anterior cuando volvimos a casa no habíamos mirado allí. Giovina estaba muy malhumorada y le estaba presionando para que se levantara, tarea ardua porque ni se movía.

Después de más de media hora con una paciencia ilimitada, Giovina logró despertar a Roberto, tenía una gran resaca, la típica que precede a una noche de varias (muchas) copas y puede que algo más, nos saludo con un simple movimiento de cabeza y se metió en el baño. Giovina me pidió que saliera a darme una vuelta por la ciudad que necesitaba estar a solas con Roberto para aclarar la situación, no estaba dispuesta a seguir viviendo con un hombre en el que no podía confiar, ni en esta ciudad ni en ningún otro lugar.

Dejé que transcurrieran un par de horas antes de regresar, cuando entré en la casa Giovina y Roberto estaban sentados en la terraza con caras de preocupación, me pidieron que me sentara con ellos, tenían que hablar conmigo. Roberto parecía consternado, fue el quien se dirigió a mi y me contó que el año pasado cuando salió de Barcelona había dejado enormes deudas que le estaban reclamando y las personas a las que debía dinero no eran precisamente pacientes, su deuda había subido considerablemente durante este tiempo con los intereses, la noche anterior intentó calmar sus ánimos y les pidió un tiempo pero no estaban dispuestos a dárselo, Giovina no tenía suficiente por eso acudían a mí, me quedé helada ¿me están pidiendo dinero? no podía creerlo, tanto ella como el estaban serenos y sabían bien lo que decían, no podía fiarme, de todas formas tampoco podía prestarles nada porque nada tenía y así se lo hice saber.

La actitud de Giovina cambió, me preguntó la clase de amiga que era, que me había invitado y cosas así, y la molestó mi desconfianza y todo delante de Roberto, en ningún momento hizo alusión a la noche anterior, como si no hubiera ocurrido nada, ¿qué clase de broma era todo aquello? nada de reproches a Roberto y todos los reproches eran para mi que lo único que hacía era ayudarla, empecé a sospechar que no me había contado la verdad y que había mucho más detrás de aquella actitud.

lunes, 8 de junio de 2009

La librería de la abuela

Le pedí a Mª Elena que fuera todos los días a casa para limpiar y dejar hecha la cena para mi marido y mis hijos, cuando me despedí de ella preparé la maleta y dejé todo a punto, ya tenía el billete de avión para la mañana siguiente. Mª Elena lleva más de 20 años trabajando en casa, al principio venía todos los días para ayudarme con los niños y con la casa pero desde que se hicieron mayores sólo viene dos días por semana. Tengo plena confianza en ella, lo sabe y no puso ningún pero.

Giovina me estaba esperando en el aeropuerto, nos saludamos y cogimos un taxi para su casa, para la casa de Roberto como decía ella. La casa de Roberto era un ático de unos 150 metros cuadrados con sólo dos dormitorios, dos baños, una pequeña cocina y un despacho, el resto es un amplio salón con terraza, dos de las paredes del salón son estanterías repletas de libros perfectamente ordenados, me llamó la atención no ver un sólo marco con fotografías familiares en ninguna de las estancias de la casa, sólo había un gran cuadro colgado en el despacho con el retrato de Roberto de niño, Giovina me explicó que la autora era la madre de Roberto que era pintora.

La casa había pertenecido a sus abuelos, y al morir su abuela pasó a pertenecerle a el. Estaba situada en el centro de la ciudad,con maravillosas vistas, todo un lujo para un hombre sin oficio ni beneficio más que el de escritor y que hasta ahora le había dado más satisfacciones personales que beneficios, Giovina averiguó que hace años tenía unas cuantas posesiones familiares heredadas de las que no quedaba ni rastro, lo único que le quedaba era esa casa.

Después de un año juntos era ahora cuando Giovina empezaba a conocer al auténtico Roberto, al que se encerraba en su despacho envuelto en dudas y con una autocompasión rozando la tontería, por falsa e injusta. La vida de Roberto estuvo entre algodones, criado por su abuela desde que sus padres murieron en un accidente de tráfico cuando no contaba más que unos meses, fue el niño bonito, su abuela viuda desde hacía años se volcó en el niño procurando que tuviera lo mejor, incluidos todos cuantos caprichos se le antojaban, fue un niño problemático y un joven descontento, no puedo decir que fue un hombre porque nunca logró llegar a serlo, jamás tuvo problemas económicos y desde muy joven se dedicó a conocer el mundo, su gran afición fue la lectura se pasaba horas y días enteros metido en sus libros, empezó a escribir pequeños relatos macabros que nunca vieron la luz, su abuela mantenía la idea de que tenía una mente privilegiada con un gran don, un verdadero artista hasta que murió hace cuatro años, y para entonces seguía siendo un artista en ciernes, ¡y tanto!, como que a los 33 años, edad en la que Cristo ya había vivido toda una vida completa, el aún no había trabajado en nada que no fueran sus relatos, sus cuentos, sus poemas y esa novela que nunca acababa, lo más duro que había soportado era no tener las camisas planchadas y ordenadas a tiempo por la asistenta de su casa.

Estoy cansada de tanta tontería, mi vida no ha sido fácil a los 18 años trabajaba y estudiaba en la Universidad, no he tenido el tiempo suficiente para hacerme preguntas trascendentales sobre la vida o sobre su sentido, ni siquiera he podido saber si había desarrollado mis capacidades artísticas o sí tenía alguna, desde hace sólo dos años cuando Liuva se fue a Roma a la Universidad fue cuando empecé a tener tiempo para mi y fue muy poco porque enseguida conocí a Roberto en uno de mis primeros viajes con lo que quedó zanjado lo de ¿que quiero?, ¿qué me gustaría? .... y cosas así. Quiero estar segura del camino que he escogido porque tendré que andarlo sola, mis padres son muy mayores y mi hija pronto tendrá su propia vida, así que dependo de mi, sólo de mi, no te ofendas pero los amigos vienen y van y además cada uno tiene su propia vida, su familia, otros amigos y suficientes miserias como para tener la decencia de no abrumarles con mis problemas como estoy haciendo ahora contigo. Con esto quiero decir que tengo que estar segura del amor de Roberto y de su estabilidad, me juego mucho, me juego años de no poder ver a mis padres y a mi hija amén de amigos y conocidos, si me traslado a Barcelona como quiere Roberto me temo que mi soledad me axfisie, no tengo trabajo ni conozco a nadie, aunque ahora con internet es fácil estar en contacto con todo el mundo no se si será suficiente, estaría dispuesta si Roberto pasara más tiempo conmigo, pero hasta ahora se pasa los días ensimismado en ese despacho, y lo peor es que me necesita en todo momento, no le gusta que cuando se toma un respiro yo no esté en casa, me dice que como no conozco a nadie no comprende que hago fuera de casa. Esta mañana he estado buscando trabajo en una academia que necesitaban una profesora nativa de italiano, no se si me llamarán.

Nos habíamos sentado en la terraza con un café cada una y yo aún no había abierto la boca, Giovina se estaba despachando agusto, tenía unas ganas enormes de desahogarse antes de que llegara Roberto, le había llamado el abogado de la familia para hablar de impuestos. Oímos que se abría la puerta y unos pasos se dirigieron hacia nosotras, entonces volví la cabeza y vi a Roberto, tenía aspecto de bohemio venido a más, llevaba unos vaqueros y una camisa azul celeste, el pelo peinado hacia atrás recogido en una coleta y barba de varios días. Se acercó para saludarnos y nos dijo que tenía que volver a salir para solucionar un tema económico, los últimos tres años desde que murió su abuela era el abogado de la familia el que se ocupaba de todo, no había hecho una sola declaración de renta a excepción del año de la muerte de su abuela con todo aquello de la herencia, después se limitó a firmar lo que su abogado le decía. El año pasado no había tenido ingresos propios, había vivido sin más con lo que le quedaba en la única cuenta que aún tenía abierta, no se había preguntado de dónde venían los ingresos de la cuenta, sólo gastaba. El abogado le explicó que la fortuna familiar se había agotado hace más de una año y que gracias a la librería familiar que perteneció a su abuela en un 50% y que ahora era suya en la misma proporción había seguido teniendo ingresos y que gracias a eso no había pasado apuros económicos. El otro propietario se había cansado de que no se ocupara de nada y quería comprarle su parte, pero lo primero era solucionar sus problemas con Hacienda y formar parte de todos los que pagan impuestos individualmente con ingresos propios, le martirizaba ser un hombre formal fichado por el fisco y contribuir a la recaudación de tributos del patrimonio del Estado. Se había deshecho de todo el patrimonio familiar heredado a excepción de la casa en la que vivía, lo que le había permitido vivir muy bien hasta ahora, y a pesar de que el libro estaba teniendo una buena acogida no era suficiente porque dependía de las ventas que podían ser pocas o insuficientes, así que se alegró al conocer lo de la librería, al menos seguiría teniendo ingresos y no se tendría que preocupar por el dinero, nunca lo había hecho y no sabría como hacerlo, quería consultar con Giovina lo de la venta de su 50% para quitarse de problemas y obtener un beneficio rápido que era a lo que estaba acostumbrado. Había cambiado de idea respecto a lo de quedarse en Barcelona, nada le retenía en aquella ciudad, vendería también la casa y volverían a Italia, Giovina recuperaría su trabajo y el seguiría escribiendo sin tener que preocuparse de problemas tan absurdos como Hacienda, el era un artista ¡no podía estar preocupado de problemas terrenales como el resto de mortales!.

Roberto se marchó y nos dejo solas, Giovina se vino abajo y estalló en lágrimas. Ya no es el Roberto divertido y enamorado, le molesta cualquier cosa que le pueda apartar de si mismo, nunca ha tenido preocupaciones y no sabe afrontar la vida, ¿te has dado cuenta?, quiere seguir con la vida regalada, sin el más mínimo altercado, ya ves como reaccionó en San Gimignano cuando tuvo un contratiempo, estoy muy asustada, no se que hacer para que tenga un poco de responsabilidad, no sabe ni lo que es eso. Aunque vendiera la librería y la casa después de pagar deudas e impuestos y al ritmo que vive con sus viajes y sus caprichos el dinero no duraría más de tres o cuatro años y yo no puedo volver a mi trabajo me despedí de el cuando me fui a buscar a Roberto a Roma, tengo unos ahorros pero son para que Liuva acabe la Universidad y la casa de San Gimignano me gustaría conservarla para mi hija. He intentado hacerle comprender que debemos hacer planes de futuro y empezar a tener ahorros, no podemos seguir despilfarrando como hasta ahora.

Hizo una pausa y me dijo: hay algo que no te he contado y que es lo que más preocupada me tiene, Roberto consume cocaína habitualmente y lo peor es que no tiene ninguna intención de dejarlo, se ha mantenido alejado este último año aunque seguía consumiendo de una forma controlada, pero al volver aquí me temo que recaiga y vuelva a descontrolarse, por eso creo que ha cambiado de idea y quiere que nos marchemos. Me temo que ha venido a pagar antiguas deudas y por eso quiere vender su parte de la librería e incluso esta casa.

jueves, 4 de junio de 2009

Discusiones

Ven al gimnasio lo antes posible, era el mensaje de José Ángel en mi móvil, amén de dos llamadas perdidas. Antes de tomar ninguna decisión le llamé

Hola, soy Selene, ¿qué pasa?
Tengo que hablar contigo, ¿puedes venir un momento esta
mañana?
¿Ha pasado algo?
No, no te preocupes, sólo quiero contarte una idea que he tenido, pero no por teléfono
De acuerdo, pero no se si podré ir ahora
Muy bien, llámame con lo que decidas. Hasta luego
Hasta luego

Eran las diez de la mañana, había pensado tener un día tranquilo de lectura y terminarme la novela policiaca Muerte en la vicaría, de Agatha Christie, me divertía metamorfosearme en Miss Jane Marple y resolver los asesinatos.

Empecé a releer novelas policiacas al verme envuelta en el asesinato de Boris (a veces la realidad supera la ficción) después leería la vida y obra de Agatha Christie, me parecía fascinante, sobre todo aquel episodio de su desaparición durante diez días a los 36 años, también quería terminar de leer el relato detectivesco Los crímenes de la rue Morgue de Edgar Allan Poe. Devoraba las novelas policíacas desde niña, quizá me había convertido en una perfecta analista de situaciones y gozaba con la actividad intelectual de desentrañar misterios, ponía a prueba mi capacidad de deducción con todo tipo de operaciones previas y después las analizaba como haría un matemático, por eso lo que para otros era lo más absurdamente sencillo me podía llevar a la resolución de un misterio.

Mi marido siempre recriminaba mi fantasía con frases como: pon los pies en la tierra’, pero le gustaba escuchar la exposición del análisis de los hechos que le relatva, y con expresión de rendirse ante lo evidente y aire ofendido me decía : desde luego ingenio no te falta querida, entonces mi orgullo hacía una de sus apariciones estelares y nos enfrascábamos una y otra vez en una discusión sobre el ingenio y el poder analítico porque yo mantengo que no es simple ingenio lo que lleva a la resolución de un misterio, porque aunque el analista es necesariamente ingenioso, el ingenioso está con frecuencia notablemente incapacitado para el análisis, por eso yo nunca seré ingeniosa como el dice, sino analítica e imaginativa porque para mi lo primero es el análisis de las distintas situaciones para poder imaginármelas y llegar a una conclusión.

Me olvidaría de la lectura de momento, no podía concentrarme, le había dado largas a José Ángel pero lo mejor es que le llamara para decirle que iba a pasarme por el gimnasio.

La idea que tenía José Ángel era descabellada, que yo me hiciera cargo del gimnasio mientras el solucionaba sus problemas, aunque en realidad podía hacerlo, entrar a las nueve de la mañana y salir a las nueve de la noche, sin poder salir ni a comer (tendría que comer en la habitación-despacho-cocina que tenía el gimnasio), me negué rotundamente, pasarme todo el día enclaustrada no me interesaba y tampoco me decía el tiempo que duraría aquella encerrona, una semana, dos...., pero pensé en mi hijo Guillermo que estaba buscando la manera de sacarse unas pelas para hacer un viaje con su nueva novia y se lo propuse a José Ángel: Conozco dos tortolitos que estarían encantados si les pagas bien, al final quedamos en que ambos se pasaran por la tarde y hablaría con ellos. Era la solución perfecta, el gimnasio no cerraría y si ocurría algo yo me enteraría porque mi hijo me tendría informada puntualmente, y yo quedaba libre para poder viajar a Barcelona para ver a Giovina como tenía previsto.

martes, 2 de junio de 2009

'Camisa de once varas'

La casa estaba en silencio como todas las mañanas, me atormentaba aquel silencio, aquella soledad. Siempre había sabido cuidar de mí misma y de los mios, pero muy pocas veces había sabido cuidar o aconsejar a personas ajenas a mi entorno, tampoco las comprendía por eso había caído en la trampa de Violeta. Después del fracaso ante mi falta de perspicacia con aquella mujer me propuse aprender de mis errores y aceptar la derrota con dignidad, mediría mis palabras e intentaría no intimar con nadie más, pero estaba claro que todos aquellos propósitos quedaron en eso y ahora volvía otra vez a meterme en 'camisa de once varas', no podía controlarlo una especie de vorágine interior me arrastraba hacia los problemas de los demás llenando o rellenando esa soledad diaria de las mañanas de mi casa, dicen que las mejores tácticas para los que padecen carencias son la introspección y una buena visión periférica y sólo entonces será posible el crecimiento personal, a lo que yo añadiría la preocupación por las carencias y las miserias de los demás, porque es en ese momento cuando la vida parece darte un respiro y olvidas las tuyas.

Con ese gran deseo de crecimiento interior al preocuparme de las carencias y miserias de los demás salí de mi casa y me fui al gimnasio para ver a Jose Ángel, mi nuevo reto. A la vuelta del gimnasio llamaría a Giovina para que me contara como la va por Barcelona, de ese modo no pensaría en mi soledad en toda la mañana.

Jose Ángel estaba en la puerta del gimnasio fumándose un cigarro, me saludó y me invitó a tomar café en el bar de al lado, quería hablar conmigo. Nos sentamos en una de las mesas del fondo, en el bar solo estaban las dos camareras de siempre.

JA: He hablado con mi mujer sobre lo que me dijiste, lo de cambiarnos de casa y la parece una buena idea
S: Muy bien ¿no? JA: Sí, el problema es que Rosita (la brasileña) no entra en razones, dice que lo suyo no es pasajero,vamos que me da la impresión de que se quiere cobrar el tiempo que me ha dedicado. S: Lo que no entiendo es por qué la sigues viendo JA: No la he visto, son conversaciones telefónicas, he tenido que dar de baja el móvil y voy a cambiar el teléfono del gimnasio por uno de esos en los que queda reflejado el número desde el que te llaman para poder eludirla, espero que se canse de llamar y me deje en paz.

S: Me da la impresión de que no bastará con eso

JA: La semana que viene ya he avisado a todo el mundo que voy a cerrar el gimnasio por un tiempo, voy a buscar piso y a hacer la mudanza pero no voy a poner cartel de provisional en la puerta, quiero que piense que está cerrado definitivamente.


S: Espero que te salga bien y puedas retomar tu vida tranquilo, creo que ya has tenido suficiente.

Sonó mi móvil, era el inspector Arribas, quería que me acercara a la comisaría habían detenido a un hombre y sospechaban que era Andrés y sólo yo podía confirmarlo. Me disculpé con Jose Ángel antes de marcharme y le prometí que seguiríamos en contacto.

Cuando llegué a la comisaría me estaban esperando, pasé al despacho del inspector Arribas, sentados frente a la mesa donde estaba sentado Arribas estaban Andrés y un policía, el inspector me pidió que pasara y el policía se levantó para cederme el asiento. Allí estaba, sentada al lado del que un día fuera mi compañero de clase, iba vestido con un traje gris perla, camisa azul añil y corbata azul clara, peinado con gomina y se cubría los ojos con gafas de sol oscuras, pero lo 'mejor' era lo que no trascendía a simple vista, esas 'maravillosas' cualidades como la de estafador y la de asesino. Se quitó la gafas de sol y me dedicó una mirada hostil y amenazadora, yo le miré y le saludé ¡Hola Andrés!, creía que te habías ido de vacaciones (no se si el sarcasmo estaría fuera de lugar pero a mi me ayudaba a superar la tensión) Andrés no me saludó, ni me amenazó, ni nada de nada, vamos que sólo abrió la boca para dirigirse al inspector y declarar en voz alta, muy alta ¡no se quién es esta mujer!.

I: No se moleste Andrés, sabemos suficiente como para que se pase el resto de su vida en la cárcel, tanto usted como su compinche.

El inspector Arribas me explicó que Andrés le había dado a Carlos los diamantes por 500.000 euros y este se los tenía que pasar al hombre detenido en la joyería que los sacaría fuera del país, a la entrega de estos Carlos recibiría el resto, otros 500.000 euros.

I: Su gran error fue contratar a un transportista charlatán, nada más llegar a la comisaría lo cantó todo, no quería que le incrimináramos en ningún crimen. Carlos fue quién asesinó a Boris y a los supuestos padres de Violeta y Andrés a Violeta y tenía que quitarte a ti de en medio querida Selene. La red se extiende fuera de nuestras fronteras pero nos va a ser muy difícil detener a nadie más, nos tememos que los contactos de Carlos y Andrés con ellos era sólo a través de internet, - los peces gordos nunca dejan pistas -, bueno al menos de momento hemos desarticulado la banda aquí en Madrid y solucionado los asesinatos.

S; Pero, quién me asegura a mi que los cómplices de Andrés fuera de Madrid no saben nada de mi

I: No lo creo, de todas formas te pondremos vigilancia hasta que se celebre el juicio.