lunes, 8 de junio de 2009

La librería de la abuela

Le pedí a Mª Elena que fuera todos los días a casa para limpiar y dejar hecha la cena para mi marido y mis hijos, cuando me despedí de ella preparé la maleta y dejé todo a punto, ya tenía el billete de avión para la mañana siguiente. Mª Elena lleva más de 20 años trabajando en casa, al principio venía todos los días para ayudarme con los niños y con la casa pero desde que se hicieron mayores sólo viene dos días por semana. Tengo plena confianza en ella, lo sabe y no puso ningún pero.

Giovina me estaba esperando en el aeropuerto, nos saludamos y cogimos un taxi para su casa, para la casa de Roberto como decía ella. La casa de Roberto era un ático de unos 150 metros cuadrados con sólo dos dormitorios, dos baños, una pequeña cocina y un despacho, el resto es un amplio salón con terraza, dos de las paredes del salón son estanterías repletas de libros perfectamente ordenados, me llamó la atención no ver un sólo marco con fotografías familiares en ninguna de las estancias de la casa, sólo había un gran cuadro colgado en el despacho con el retrato de Roberto de niño, Giovina me explicó que la autora era la madre de Roberto que era pintora.

La casa había pertenecido a sus abuelos, y al morir su abuela pasó a pertenecerle a el. Estaba situada en el centro de la ciudad,con maravillosas vistas, todo un lujo para un hombre sin oficio ni beneficio más que el de escritor y que hasta ahora le había dado más satisfacciones personales que beneficios, Giovina averiguó que hace años tenía unas cuantas posesiones familiares heredadas de las que no quedaba ni rastro, lo único que le quedaba era esa casa.

Después de un año juntos era ahora cuando Giovina empezaba a conocer al auténtico Roberto, al que se encerraba en su despacho envuelto en dudas y con una autocompasión rozando la tontería, por falsa e injusta. La vida de Roberto estuvo entre algodones, criado por su abuela desde que sus padres murieron en un accidente de tráfico cuando no contaba más que unos meses, fue el niño bonito, su abuela viuda desde hacía años se volcó en el niño procurando que tuviera lo mejor, incluidos todos cuantos caprichos se le antojaban, fue un niño problemático y un joven descontento, no puedo decir que fue un hombre porque nunca logró llegar a serlo, jamás tuvo problemas económicos y desde muy joven se dedicó a conocer el mundo, su gran afición fue la lectura se pasaba horas y días enteros metido en sus libros, empezó a escribir pequeños relatos macabros que nunca vieron la luz, su abuela mantenía la idea de que tenía una mente privilegiada con un gran don, un verdadero artista hasta que murió hace cuatro años, y para entonces seguía siendo un artista en ciernes, ¡y tanto!, como que a los 33 años, edad en la que Cristo ya había vivido toda una vida completa, el aún no había trabajado en nada que no fueran sus relatos, sus cuentos, sus poemas y esa novela que nunca acababa, lo más duro que había soportado era no tener las camisas planchadas y ordenadas a tiempo por la asistenta de su casa.

Estoy cansada de tanta tontería, mi vida no ha sido fácil a los 18 años trabajaba y estudiaba en la Universidad, no he tenido el tiempo suficiente para hacerme preguntas trascendentales sobre la vida o sobre su sentido, ni siquiera he podido saber si había desarrollado mis capacidades artísticas o sí tenía alguna, desde hace sólo dos años cuando Liuva se fue a Roma a la Universidad fue cuando empecé a tener tiempo para mi y fue muy poco porque enseguida conocí a Roberto en uno de mis primeros viajes con lo que quedó zanjado lo de ¿que quiero?, ¿qué me gustaría? .... y cosas así. Quiero estar segura del camino que he escogido porque tendré que andarlo sola, mis padres son muy mayores y mi hija pronto tendrá su propia vida, así que dependo de mi, sólo de mi, no te ofendas pero los amigos vienen y van y además cada uno tiene su propia vida, su familia, otros amigos y suficientes miserias como para tener la decencia de no abrumarles con mis problemas como estoy haciendo ahora contigo. Con esto quiero decir que tengo que estar segura del amor de Roberto y de su estabilidad, me juego mucho, me juego años de no poder ver a mis padres y a mi hija amén de amigos y conocidos, si me traslado a Barcelona como quiere Roberto me temo que mi soledad me axfisie, no tengo trabajo ni conozco a nadie, aunque ahora con internet es fácil estar en contacto con todo el mundo no se si será suficiente, estaría dispuesta si Roberto pasara más tiempo conmigo, pero hasta ahora se pasa los días ensimismado en ese despacho, y lo peor es que me necesita en todo momento, no le gusta que cuando se toma un respiro yo no esté en casa, me dice que como no conozco a nadie no comprende que hago fuera de casa. Esta mañana he estado buscando trabajo en una academia que necesitaban una profesora nativa de italiano, no se si me llamarán.

Nos habíamos sentado en la terraza con un café cada una y yo aún no había abierto la boca, Giovina se estaba despachando agusto, tenía unas ganas enormes de desahogarse antes de que llegara Roberto, le había llamado el abogado de la familia para hablar de impuestos. Oímos que se abría la puerta y unos pasos se dirigieron hacia nosotras, entonces volví la cabeza y vi a Roberto, tenía aspecto de bohemio venido a más, llevaba unos vaqueros y una camisa azul celeste, el pelo peinado hacia atrás recogido en una coleta y barba de varios días. Se acercó para saludarnos y nos dijo que tenía que volver a salir para solucionar un tema económico, los últimos tres años desde que murió su abuela era el abogado de la familia el que se ocupaba de todo, no había hecho una sola declaración de renta a excepción del año de la muerte de su abuela con todo aquello de la herencia, después se limitó a firmar lo que su abogado le decía. El año pasado no había tenido ingresos propios, había vivido sin más con lo que le quedaba en la única cuenta que aún tenía abierta, no se había preguntado de dónde venían los ingresos de la cuenta, sólo gastaba. El abogado le explicó que la fortuna familiar se había agotado hace más de una año y que gracias a la librería familiar que perteneció a su abuela en un 50% y que ahora era suya en la misma proporción había seguido teniendo ingresos y que gracias a eso no había pasado apuros económicos. El otro propietario se había cansado de que no se ocupara de nada y quería comprarle su parte, pero lo primero era solucionar sus problemas con Hacienda y formar parte de todos los que pagan impuestos individualmente con ingresos propios, le martirizaba ser un hombre formal fichado por el fisco y contribuir a la recaudación de tributos del patrimonio del Estado. Se había deshecho de todo el patrimonio familiar heredado a excepción de la casa en la que vivía, lo que le había permitido vivir muy bien hasta ahora, y a pesar de que el libro estaba teniendo una buena acogida no era suficiente porque dependía de las ventas que podían ser pocas o insuficientes, así que se alegró al conocer lo de la librería, al menos seguiría teniendo ingresos y no se tendría que preocupar por el dinero, nunca lo había hecho y no sabría como hacerlo, quería consultar con Giovina lo de la venta de su 50% para quitarse de problemas y obtener un beneficio rápido que era a lo que estaba acostumbrado. Había cambiado de idea respecto a lo de quedarse en Barcelona, nada le retenía en aquella ciudad, vendería también la casa y volverían a Italia, Giovina recuperaría su trabajo y el seguiría escribiendo sin tener que preocuparse de problemas tan absurdos como Hacienda, el era un artista ¡no podía estar preocupado de problemas terrenales como el resto de mortales!.

Roberto se marchó y nos dejo solas, Giovina se vino abajo y estalló en lágrimas. Ya no es el Roberto divertido y enamorado, le molesta cualquier cosa que le pueda apartar de si mismo, nunca ha tenido preocupaciones y no sabe afrontar la vida, ¿te has dado cuenta?, quiere seguir con la vida regalada, sin el más mínimo altercado, ya ves como reaccionó en San Gimignano cuando tuvo un contratiempo, estoy muy asustada, no se que hacer para que tenga un poco de responsabilidad, no sabe ni lo que es eso. Aunque vendiera la librería y la casa después de pagar deudas e impuestos y al ritmo que vive con sus viajes y sus caprichos el dinero no duraría más de tres o cuatro años y yo no puedo volver a mi trabajo me despedí de el cuando me fui a buscar a Roberto a Roma, tengo unos ahorros pero son para que Liuva acabe la Universidad y la casa de San Gimignano me gustaría conservarla para mi hija. He intentado hacerle comprender que debemos hacer planes de futuro y empezar a tener ahorros, no podemos seguir despilfarrando como hasta ahora.

Hizo una pausa y me dijo: hay algo que no te he contado y que es lo que más preocupada me tiene, Roberto consume cocaína habitualmente y lo peor es que no tiene ninguna intención de dejarlo, se ha mantenido alejado este último año aunque seguía consumiendo de una forma controlada, pero al volver aquí me temo que recaiga y vuelva a descontrolarse, por eso creo que ha cambiado de idea y quiere que nos marchemos. Me temo que ha venido a pagar antiguas deudas y por eso quiere vender su parte de la librería e incluso esta casa.

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