martes, 2 de junio de 2009

'Camisa de once varas'

La casa estaba en silencio como todas las mañanas, me atormentaba aquel silencio, aquella soledad. Siempre había sabido cuidar de mí misma y de los mios, pero muy pocas veces había sabido cuidar o aconsejar a personas ajenas a mi entorno, tampoco las comprendía por eso había caído en la trampa de Violeta. Después del fracaso ante mi falta de perspicacia con aquella mujer me propuse aprender de mis errores y aceptar la derrota con dignidad, mediría mis palabras e intentaría no intimar con nadie más, pero estaba claro que todos aquellos propósitos quedaron en eso y ahora volvía otra vez a meterme en 'camisa de once varas', no podía controlarlo una especie de vorágine interior me arrastraba hacia los problemas de los demás llenando o rellenando esa soledad diaria de las mañanas de mi casa, dicen que las mejores tácticas para los que padecen carencias son la introspección y una buena visión periférica y sólo entonces será posible el crecimiento personal, a lo que yo añadiría la preocupación por las carencias y las miserias de los demás, porque es en ese momento cuando la vida parece darte un respiro y olvidas las tuyas.

Con ese gran deseo de crecimiento interior al preocuparme de las carencias y miserias de los demás salí de mi casa y me fui al gimnasio para ver a Jose Ángel, mi nuevo reto. A la vuelta del gimnasio llamaría a Giovina para que me contara como la va por Barcelona, de ese modo no pensaría en mi soledad en toda la mañana.

Jose Ángel estaba en la puerta del gimnasio fumándose un cigarro, me saludó y me invitó a tomar café en el bar de al lado, quería hablar conmigo. Nos sentamos en una de las mesas del fondo, en el bar solo estaban las dos camareras de siempre.

JA: He hablado con mi mujer sobre lo que me dijiste, lo de cambiarnos de casa y la parece una buena idea
S: Muy bien ¿no? JA: Sí, el problema es que Rosita (la brasileña) no entra en razones, dice que lo suyo no es pasajero,vamos que me da la impresión de que se quiere cobrar el tiempo que me ha dedicado. S: Lo que no entiendo es por qué la sigues viendo JA: No la he visto, son conversaciones telefónicas, he tenido que dar de baja el móvil y voy a cambiar el teléfono del gimnasio por uno de esos en los que queda reflejado el número desde el que te llaman para poder eludirla, espero que se canse de llamar y me deje en paz.

S: Me da la impresión de que no bastará con eso

JA: La semana que viene ya he avisado a todo el mundo que voy a cerrar el gimnasio por un tiempo, voy a buscar piso y a hacer la mudanza pero no voy a poner cartel de provisional en la puerta, quiero que piense que está cerrado definitivamente.


S: Espero que te salga bien y puedas retomar tu vida tranquilo, creo que ya has tenido suficiente.

Sonó mi móvil, era el inspector Arribas, quería que me acercara a la comisaría habían detenido a un hombre y sospechaban que era Andrés y sólo yo podía confirmarlo. Me disculpé con Jose Ángel antes de marcharme y le prometí que seguiríamos en contacto.

Cuando llegué a la comisaría me estaban esperando, pasé al despacho del inspector Arribas, sentados frente a la mesa donde estaba sentado Arribas estaban Andrés y un policía, el inspector me pidió que pasara y el policía se levantó para cederme el asiento. Allí estaba, sentada al lado del que un día fuera mi compañero de clase, iba vestido con un traje gris perla, camisa azul añil y corbata azul clara, peinado con gomina y se cubría los ojos con gafas de sol oscuras, pero lo 'mejor' era lo que no trascendía a simple vista, esas 'maravillosas' cualidades como la de estafador y la de asesino. Se quitó la gafas de sol y me dedicó una mirada hostil y amenazadora, yo le miré y le saludé ¡Hola Andrés!, creía que te habías ido de vacaciones (no se si el sarcasmo estaría fuera de lugar pero a mi me ayudaba a superar la tensión) Andrés no me saludó, ni me amenazó, ni nada de nada, vamos que sólo abrió la boca para dirigirse al inspector y declarar en voz alta, muy alta ¡no se quién es esta mujer!.

I: No se moleste Andrés, sabemos suficiente como para que se pase el resto de su vida en la cárcel, tanto usted como su compinche.

El inspector Arribas me explicó que Andrés le había dado a Carlos los diamantes por 500.000 euros y este se los tenía que pasar al hombre detenido en la joyería que los sacaría fuera del país, a la entrega de estos Carlos recibiría el resto, otros 500.000 euros.

I: Su gran error fue contratar a un transportista charlatán, nada más llegar a la comisaría lo cantó todo, no quería que le incrimináramos en ningún crimen. Carlos fue quién asesinó a Boris y a los supuestos padres de Violeta y Andrés a Violeta y tenía que quitarte a ti de en medio querida Selene. La red se extiende fuera de nuestras fronteras pero nos va a ser muy difícil detener a nadie más, nos tememos que los contactos de Carlos y Andrés con ellos era sólo a través de internet, - los peces gordos nunca dejan pistas -, bueno al menos de momento hemos desarticulado la banda aquí en Madrid y solucionado los asesinatos.

S; Pero, quién me asegura a mi que los cómplices de Andrés fuera de Madrid no saben nada de mi

I: No lo creo, de todas formas te pondremos vigilancia hasta que se celebre el juicio.

1 comentario:

  1. Se me hace incómodo el tal Arribas. Me he enganchado a la historia de la italiana.

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