martes, 10 de febrero de 2009

Amigdalitis

Ya habían pasado tres días y "V" no daba señales de vida, ¿se habría olvidado de nuestra investigación?, ¿se habría olvidado de "B"?, ¿habría conseguido trabajo?, un sinfín de preguntas acudían a mi mente, así que pensé en llamarla y continuar con lo que habíamos empezado o dar por zanjado el asunto.

- ¡Hola!, soy tu compañera de investigación, o debería decir tu ex compañera?.

- Hola, perdona que no te haya llamado, he estado con amigdalitis en la cama, he tenido una fiebre espantosa, hoy es el primer día que puedo hablar, también me quedé afónica.


- Lo siento, no sabía que te podía pasar, llegué a pensar que estabas trabajando.

- Nada de eso, bueno tengo que contarte algo extraordinario, oye ¿tú crees en las casualidades?, ¿en el destino y todo eso?

- No demasiado

- Yo no creía, pero ahora estoy segura de que existe un destino que nos marca a todos, escrito o no, te aseguro que existe.

- ¿Qué te ha hecho cambiar de idea?

- Te cuento: ¿hoy es viernes, no?, pues bien, el martes me sentía fatal, yo creo que tenía el pulso acelerado de las emociones que pasamos el día anterior, y fue a peor, a media tarde no podía tragar y tenía 39º de fiebre, así que llamé a urgencias y pedí que me visitase un médico porque no sabía que me pasaba, me dolía todo el cuerpo y no tenía fuerzas para salir a la calle. Media hora después se presentó en mi casa la doctora Soto, después de examinarme, se puso de muy mal humor porque según ella lo único que tenía eran unas simples anginas, ¿qué te parece?, como si me hubiese inventado los dolores musculares y la fiebre, me miró fijamente y me dijo: estoy harta de hipocondríacos, la próxima vez se toma paracetamol y se queda en casa 48 horas, se dio la vuelta y de espaldas a mi me dice: - y ahora si me lo permite (esto con sarcasmo, claro) me voy a atender casos realmente urgentes, ¡buenos días señora!. De nuevo lo de señora, ¿se habría corrido la voz?. la doctora Soto era de mi edad más o menos, así que consideré una descortesía que me llamara señora, ¿a ti que te parece?.

¡Dios mio!, ahora me daba cuenta de lo habladora que era "V", y eso que aún no me había contado lo que según ella era extraordinario, eso de las casualidades de la vida, lo del destino y todo lo demás.

- Creo que debes superar esa tontería o llegará a obsesionarte.

- Está bien. Como te estaba contando, la doctora Soto tomó las de 'Villadiego' hacia la puerta de salida de mi casa (yo por cortesía la acompañé), y en ese momento, ¡ en ese preciso momento!, llamaron al timbre, como ya estaba pegada a la puerta, descorrí el seguro y abrí, y allí, delante de mis ojos estaba "B", me quedé petrificada, no podía pensar, y antes de que volviera en mi, la doctora Soto le dice a "B": hola cariño, ¿que tal?, ya veo que has encontrado bien la dirección, y el, sin pestañear la contesta: sí, la semana pasada trabajé en el piso de al lado, después me mira y me dice: ¿qué tal señora?. ¡¿qué tal señora?!, había vuelto a ser señora, la semana pasada pasé de ser señora ser "V", y ahora daba marcha atrás.

Ya había pasado una media hora cuando me di cuenta de que estaba sentada en el sofá con la mente en blanco, intenté hilar los acontecimientos, la doctora había dado un morreo a "B", mi "B", que resulta que no lo es tal, sino su "B", y eso de hacerse la ofendida porque tenía que atender casos más urgentes, me río de los casos urgentes que iba a atender. No recuerdo si contesté a "B" cuando me saludó, o simplemente cerré la puerta tras ellos, me metí en casa y me senté en el sofá, aunque creo que eso es lo que ocurrió. Comprenderás que además de mi enfermedad haya estado estos tres días sumida en la más profunda de las miserias, ¡ pero esto no se queda aquí!, me he propuesto que la antipática de la doctora Soto sepa que clase de 'cariño' tiene, así que te sigo necesitando como compañera investigadora, sólo que ahora en lugar de investigar a uno, vamos a investigar a dos.

- En el fondo, me alegré de que no se la hubiesen quitado las ganas, porque yo me había animado con eso de la investigación, y desde luego en su caso no volvería a pensar en "B", así que decidí ser el pájaro que la diera cuerda, por puro egoísmo, para alegrar un poco mi monótona vida, total en mi casa ni se enterarían de mis correrías de investigadora.

- Bueno querida, será mejor que colguemos, y si te parece bien podemos quedar el lunes en la misma cafetería a las diez de la mañana, como el lunes pasado, esto sólo ha sido un paréntesis en nuestra investigación, ¿de acuerdo?

- Muy bien, el lunes a las diez, un beso, adiós.

- Adiós, hasta el lunes, y gracias por llamar.

Colgué el teléfono y sentí un hormigueo en el estómago, y sobre todo me dí cuenta de que estaba deseando que pasara el fin de semana lo más rápido posible. Salí de casa para hacer unas compras y no me quitaba de la cabeza a la doctora Soto, mi mente no paraba; sé como se llama y el hospital dónde trabaja, ¿por qué no me acerco para comprobar algo más?, ¿estará soltera?, ¿estará casada?, y lo más importante ¿estará casada con "B"?. Sin apenas darme cuenta, dirigí mis pasos hacia el hospital dónde trabajaba la doctora.

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