viernes, 30 de enero de 2009

"B" de Boris

Eran las doce del mediodía, Violeta y yo estábamos sentadas en una tasca (minitasca) con cuatro mesas y tres clientes en la barra (nosotras dos y un señor con cara de malas pulgas), las mesas vacías, el único camarero que parecía estar en el local llevaba más de una hora detrás de la barra leyendo un diario de deportes, y de vez en cuando se acercaba a Luis (así se llamaba el señor con cara de malas pulgas) y comentaban algún que otro chascarrillo, sobre todo de fútbol.

Me encontraba en un momento en el que tenía que decidir:
1.- ¿Me largo con una excusa? O bien,
2.- ¿Animo a Violeta para que me cuente todo lo que ha acaecido este último mes en su vida?.
"Ganó la curiosidad" -me repetía- "¡lo vas a lamentar!". Pero, pese a mis sospechas, no fue así.

Violeta continuó después de un respiro más prolongado (mientras yo la animaba para que me lo contara).

- Mi morenazo se llama Boris y es de un país del este de Europa, aunque está en España desde hace siete años y su castellano es fluido; después de largarme de la empresa en la que estaba, me hundí en la más profunda de las miserias, no tenía ganas de nada ni de nadie, así que decidí que me iría unos días lejos de Madrid, estaba preparando las maletas cuando llamaron a la puerta... y querida, vale que es verano, vale que hace calor, pero... Boris apareció en el descansillo con un vaquero y unas deportivas. ¡Dios mío!, pecho lobo total [un pequeño inciso: sólo imaginarme a Violeta diciendo lo de pecho lobo me produce sarpullidos, así que imaginaos lo que sentí mirándola a la cara, era como si de repente hubiese pasado de ser una niña bien a ser una niña mala], no pude contener la risa (para mi desgracia), la risa imparable, histérica, no podía controlarla, la pobre Violeta optó por el más profundo y dolorido silencio de reproche, pero después de calmarla continuó: Boris arregló el estropicio de mi dormitorio, y ya que estábamos allí, también arregló el estropicio de mi olvidado cuerpo, después de mis muchas insinuaciones; desde ese día y hasta que terminó la obra de la casa de la vecina, venía a diario (excepto los fines de semana) a hacerme un arreglito, ¿entiendes?

Otra vez la risa; esta vez pude contenerme a tiempo. "Te entiendo".

- Bueno, pues hace tres días que se fue y no sé nada de él, esta mañana le he pedido su teléfono a la vecina, con el pretexto de hacer obras en mi casa, y cuando me he tropezado contigo estaba pensando en llamarle. No sé qué decirle, por supuesto, lo de las obras es una tontería, aunque estoy dispuesta a tirar la casa abajo si hace falta. Aunque no te lo creas sólo sé su nombre, no tengo ni idea de su vida, ni dónde vive, ni con quién, ni nada de nada, lo que sí sé es que tengo que localizarle para bién o para mal. Estoy pensando que como ambas estamos en el paro, podías ayudarme a localizar su dirección y a investigar sobre su vida antes de llamarle. Ya sé que apenas nos conocemos, pero creo que conectamos y me gustaría tenerte como amiga, o al menos como compañera de investigación. ¿Qué te parece?, ¿nos hacemos investigadoras privadas?

Estaba claro que Violeta estaba desatada, dispuesta a todo, y yo no tenía grandes planes en mi vida, así que pensé: "¿Porqué no?"


1 comentario:

  1. ¡Menos mal! Por un momento pensé que lo de "B de Boris" iba por el Izaguirre y ya me estaba imaginando la vuelta al glamour. Mejor así, abundando en lo "destroyer".

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