jueves, 22 de enero de 2009

Para propios y otros

Me gustaría dar la bienvenida a mi blog con un pequeño consejo para propios y extraños:

La vida tiene muchas ventanas abiertas y sólo una muy pequeña cerrada; si intentas salir por esa ventana siempre estarás encerrado y no podrás disfrutar del mundo que hay detrás, tapia esa ventana con ladrillos de indiferencia y disfruta de lo bueno de salir por las demás. Reconcíliate con la vida en su plenitud, disfruta y sé feliz, harás felices a los demás y tendrás logros que cosechar, porque si no, abonarás en terreno baldío y la insatisfacción se apoderará de ti.

Hablando de consejos, he recordado una pequeña anécdota de la que formé parte hace unos cuantos años en un pequeño pueblo, el mío.

Era un final-principio de dos días de fiesta, final del día anterior y el amanecer del que estábamos, cuando todos estaban por los suelos, agotados y esperando un nuevo numerito de los que aún quedaban en pie, a nadie le preocupaba el trabajo del otro, ni siquiera si tenía trabajo, como tampoco en qué lugar de la escala social estaba cada uno o cada 'otro', sólo querían olvidar por unos días las insatisfacciones y quebraderos de cabeza diarios, y por tanto, incluso los enemigos declarados, bien por política o por tradicción, estaban sentados juntos, o tirados juntos. Unos y otros se enganchaban cantando lo primero que les venía a la cabeza, y si no recordaban ninguna canción... tarareaban cualquier cosa enganchados hasta el primer bar para pedirse unos vinos o unas cañas. En este trance nos encontrábamos todos los que quedábamos, 'los que cerrábamos' el pueblo, como decía mi madre, cuando aparecieron unos cuantos chicos con una puerta de madera, la colocaron en el suelo, y mientras dos la sujetaban por ambos lados, otro la abría para dejar pasar al del otro lado, así sin más. ni que decir tiene que semejante hecho delante de la puerta del bar donde estábamos, esperando la hora de los encierros, hizo que nos levantáramos y nos uniéramos a la cola que se había formado para pasar por delante de la puerta; sólo podías pasar si eras de 'los que cierran el pueblo', en caso contrario, o pagabas o te tenías que retirar; el caso es que semejante tontería hizo que nos mondáramos de risa hasta llegar a las lágrimas y que por la mañana después de los encierros y del almuerzo, cuando por fn aparecíamos por casa para dar señales de vida, lo primero que hicimos fue contar en casa lo de la madrugada anterior.

Amigos míos, alguien debió decirme algo aquella mañana, darme un consejito como por ejemplo: mira el taller de tu padre antes de entrar en casa, y, sobre todo, comprueba si aún tiene la puerta.

Bueno, queridos, paz, amor y felicidad para todos.

2 comentarios:

  1. Mi muy estimada Selene, si por mí fuera ya tendrías trabajo y, por supuesto, no pararías quieta, porque mi alma y mi corazón requieren plena dedicación.
    Siempre tuyo

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  2. ¡Al fin entro en tu casita! Y no por esa puerta zarandeada del taller sino por la que se renuevan las ilusiones cada minuto, cada instante.

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