jueves, 21 de mayo de 2009

De Roma a Barcelona

Querida Selene la próxima semana viajamos a Madrid, Roberto hace una presentación de su libro, nos gustaría verte, así que a ver sí haces un hueco en tu agenda. Me he decidido a escribirte otra carta para contarte todo lo que sucedió después del ingreso de Roberto en el hospital de Roma, creo que es justo que sepas el resto de la historia ya que te conté el principio.

Después de salir de San Gimignano me marché con Liuva a la finca de mis padres en Nápoles, mi hija y yo nos habíamos distanciado y ya apenas hablábamos el mismo idioma. Estuvimos sin dirigirnos la palabra durante horas, no podía creer lo que Luiva me había contado de Roberto, pero lo más extraño era lo poco que la importaba ya, no quería hablar del tema e insistía en qué lo olvidara y que yo no necesitaba complicarme la vida, que estaba mejor así. Pasamos unos días intentando sin apenas comunicarnos, mi cara debía ser como un homenaje a la desesperación, no podía comer ni tenía ánimo para nada, fue cuando Liuva comprendió su error y se sinceró conmigo, me dijo que si no quería volverla a hablar que lo comprendía, ¡como sí una madre no lo perdonara todo!. Estaba dispuesta a ser ella la que encontrara a Roberto como fuera y le haría volver.

Volvimos a San Gimignano, no sabíamos nada de Roberto, ni dónde localizarle, ni siquiera se nos ocurrió que pudiera seguir en el pueblo, nuestra idea fue recoger algo de ropa en nuestra casa y coger un avión para España, concretamente a Barcelona, pensando que Roberto se habría ido a su casa, por claro allí no había nadie, estábamos perdidas, pero como te conté en mi anterior carta la vida siempre te da una segunda oportunidad y la nuestra fue una llamada de la residencia universitaria de mi hija, nos dijeron que Roberto había ido a buscarnos allí y que no se pudieron poner en contacto con nosotras antes, nuestros móviles no tenían cobertura en la finca de mis padres.

Regresamos a Roma y preguntamos en todos los hoteles, pero Roberto no estaba en ninguno, entonces mi hija me dijo qué podíamos preguntar en los hoteles del pueblo que puede que se hubiera quedado en alguno y allí nos enteramos de lo sucedido, inmediatamente nos trasladamos al hospital donde estaba ingresado. Cuando entré en la habitación de aquel hotel sólo pensaba en como podía ayudar para que Roberto se recuperara y permanecí a su lado rezando como nunca antes en toda mi vida lo había hecho, pidiendo esa tan ansiada segunda oportunidad para los dos, mi vida sin el no tenía sentido.

Cuando Roberto se despertó y supe que se nos daba esa oportunidad me entró un hambre voraz.

Cuando terminé de leer la carta de Giovina comprobé que guardaba su número de teléfono en el móvil y la llamé.

2 comentarios:

  1. Llegué para dejarte un saludo desde el coaching.

    pacobailac.blogspot.com

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  2. Otro saludo desde el coaching. Bienvenido Pájaro
    Caminante de noche

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