miércoles, 25 de marzo de 2009

Simples cristales

Sentada en la cama de mi habitación, recordaba la imaginación de Violeta (o como quiera que se llame) cuando me contaba con pelos y señales la historia que se había inventado sobre Boris, supongo que para llamar mi atención y ganarse mi confianza. Insistió mucho en hacerme creer que era una buena mujer, pero, y a pesar de ello, había caído rendida en los brazos de un obrero imponente de la casa de al lado, y la creí, me lo tragué todo, tenía su papel tan estudiado que da miedo, no podía volverme a fiar de ella, eso de 'no tendré inconveniente', yo creo que sí tendrá inconvenientes, me había convertido en un estorbo, en esos momentos no daba un euro por mi vida.

Sabía que estaba siendo vigilada, pero no tenía escapatoria. Decidí coger uno de los folletos de la isla

Madeira es el último resto del impero de islas Atlantis, que resistió a las inundaciones y que sobresale del océano. El jardín flotante de Portugal, la isla de las flores, la perla del Atlántico. Nadie es capaz de poner palabras a una naturaleza tan exuberante. Los fabulosos acantilados sobre el mar, las cascadas, las cumbres, los bosques ... En Madeira existen numerosos canales de irrigación denominados levadas que llevan el agua de la parte norte de la isla a la parte sur.

Estaba en una preciosa isla, pregunté en recepción la forma de llegar hasta las famosas levadas con un guía o con un grupo, no me arriesgaba a irme sola, estaba buscando la forma de ocupar mi tiempo, ya que no podía salir de la isla. Lo peor estaba por llegar, tendría que pasar la noche esperando, esperando la llamada del inspector Arribas, esperando la llamada de Violeta, esperando la llamada de mi familia, ... esperando.

A las 7:30 estaba abierto el comedor, bajé con el móvil en la mano porque todavía seguía esperando alguna llamada, la noche anterior no llamó nadie. Terminé el desayuno y recibí la primera llamada, era Violeta
- Te espero en la entrada del hotel en media hora
Subí a mi habitación, y me arreglé para salir. Media hora después estaba con Violeta en su coche, camino del aeropuerto. Al menos me dejó subir a recoger el equipaje.
- No te preocupes por el billete de avión, lo tengo todo solucionado
Mi visita a la isla había terminado sin que empezara, apenas unas horas, no pude protestar, ni preguntar, sólo acatar órdenes.
- ¿Regresamos a Madrid?
- No, vamos un poco más lejos, no es necesario que llames a nadie, es mejor que sigan pensando que estas en Madeira.

Estaba segura que después de hablar con el inspector Arribas, vendría a la isla, o enviaría a alguien, pero no pensé que Violeta lo tenía todo previsto.

Sonó el móvil
- ¿No contestas?
- Sí claro, ¡Hola! (Hola Selene, ¿que tal?, ¿puede hablar?) No (¿está vigilada?) Sí, todo bien (era para decirla que efectivamente apareció un hombre en el gimnasio, pero es otro muñeco de paja. Esta mañana irán al hotel dos policías que he enviado, para su protección) Estoy camino del aeropuerto (¿la están reteniendo?, diga sí o no) Sí (no suba en el avión, piense en algo, enseguida llamo para que la esperen allí) De acuerdo
- ¿Tu familia?
- Sí, solo querían saber que tal nos iba
- Muy cortante, ¿no?
- No, normal
- ¿Me permites tu teléfono?
Por supuesto no era mi familia, era el inspector Arribas, y además aparecía así en mi móvil, me hice la indignada
-¿No te fías?
- Querida, yo nunca me fío de nadie
- Está bien, no eran ellos, era el inspector que lleva el caso de Boris
- ¿Te has ido de la lengua, verdad, querida Selene?. No te preocupes, no dejaré que vuelva a suceder. Me quedo con tu móvil, o mejor aún
Abrió la ventanilla del coche y lo arrojó
- Un problema menos

A los 15 minutos, el coche giró a la derecha y se metió por un camino hasta una casita solitaria, los supuestos padres de Violeta estaban esperando, se subieron al coche y continuamos nuestro viaje hasta el aeropuerto.

- Me permite su bolso, por favor (ahora era el supuesto padre de Violeta el que se dirigió a mí)
Le pasé mi bolso y lo revisó a fondo hasta que encontró los llaveros, los mostró con la mano en alto. Pararon el coche y me dejaron en medio de la nada.

Tuve mucho tiempo para pensar, mientras caminaba hacia 'no se sabe dónde'. Violeta me había dejado hablar por teléfono para despistar a la policía, ahora estarían esperando en el aeropuerto, perdiendo el tiempo; mientras tanto tendrían tiempo para desaparecer con los diamantes, pero volverían a buscarme en cuanto descubrieran que los diamantes de los llaveros no eran más que simples cristales, y sí me encontraban no tendría escapatoria.
Sin móvil, sin equipaje, sin dinero y con lo puesto caminaba sin rumbo intentando ordenar mis ideas.

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