sábado, 21 de marzo de 2009

Viaje a Madeira

No pude dormir en toda la noche, la pasé levantándome y acostándome sin lograr pegar ojo; a las ocho de la mañana empezó el movimiento en mi casa, esperé a que todos terminaran el desayuno para darles la noticia: me iba a Madeira a visitar a Violeta, y no admitiría ningún tipo de oposición.

Pensé en llamar al comisario Arribas, pero no lo hice, no quería que me disuadiera, porque estaba decidida, me sentía ultrajada, y ya tenía decidido tomar cartas en el asunto.

Llegué al pequeño aeropuerto de Madeira pasadas las cuatro de la tarde, el viaje de algo más de dos horas, me había tranquilizado y logré dormir un rato. Me alojé en un hotel cerca de la casa de Violeta, nadie sabía la dirección, excepto yo. Después de deshacer el equipaje, salí del hotel con la intención de comer algo y acercarme hasta la casa, no quise llamarla por teléfono, no quería excusas, necesitaba verla y que me diera la cara.

Violeta abrió la puerta de la casa y me miró con incredulidad, se acercó a mí
- Hola Selene, ¿qué haces aquí?
- Hola Violeta, ¿estas mejor?
Violeta reconoció mi frialdad, cuando me aparté de ella, para no darla los dos besos de cortesía
- Supongo que me odias, ¿no es cierto?
- Creo que me debes unas cuantas explicaciones, por eso he venido hasta aquí
- Pasa, no te quedes en la puerta, por favor
La casa era acogedora, la entrada daba a un gran salón, decorado con gusto, dos de sus paredes se habían convertido en vitrinas con cientos de libros; en una mesa baja, situada en el centro del salón, había una gran cantidad de papeles y un gran cojín en el suelo con la marca de que alguien estaba sentado allí, estaba pegado a la mesa.
- Estaba revisando algunos papeles
Su cara reflejaba cansancio, y unas enormes ojeras adornaban sus ojos. Me senté enfrente de ella en uno de los sofás.

Nos quedamos en silencio, ninguna de las dos rompía el hielo, hasta que Violeta dijo:
- Creo que te mereces una explicación, ante todo quiero que sepas que valoro mucho todo lo que has hecho por mi, sobre todo en el hospital.
Permanecí callada, un silencio de rabia contenida, Violeta siguió hablando:
- Mi nombre no es Violeta, aunque creo que eso es lo menos importante ahora. Llegue a Madrid hace 12 años, los mismos que trabajé en la empresa donde trabaja tu primo Luis. Mi tapadera era perfecta, aunque cada vez me costaba más hacerme la modosita y la estúpida. Decidí representar ese papel, porque descubrí que aquí ese tipo de mujeres siempre son bien aceptadas, incluso me casé con un 'hombre de bien' para consolidar mi situación social, un matrimonio falso, ni uno solo de los datos que figuran en la partida de matrimonio son ciertos. Pero al cabo de dos años, mi marido empezó a sospechar que algo raro había en mi.

Mis padres no son mis padres, como habrás supuesto ya
, y sí tengo que ceñirme a nuestro plan, los primeros que han fallado son ellos, en realidad nada ha salido como estaba previsto, todo se ha ido a la mierda. Ahora me enfrento a la cárcel por la estupidez de unos cuantos ineptos.

Sus palabras me sobrecogieron, había desaparecido todo el candor de su rostro, ahora se presentaba como una mujer calculadora y descarnada. Aquella conversación me produjo una enorme tristeza, pensé: qué duro es poner los pies en la tierra y ser consciente de que has sido una marioneta en manos de esta mujer.

- Hay algo que quiero que sepas, no sé quién mató a Boris, aunque sospecho que fueron los que tu conoces como mis padres, Salomón es el jefe de toda la operación, la policía le ha tenido a su lado, y ni se han percatado, ¡ja!, ¡ja!, ¡ja!.

Me rechinaron los dientes al oír sus risas, pero, ¿porqué me estaba contando quién era el jefe de la operación?, yo iría a la policía en cuanto saliera de allí. Aún no me había preguntado por los llaveros..., de repente, y como si hubiese oído mis pensamientos
- Selene, ¿has traído los llaveros que te dí?
- ¿Qué llaveros?
- Los que tienes con las llaves de mi apartamento
- No sabía que querías que te devolviera las llaves, lo siento, pero las he dejado en la taquilla del gimnasio

Violeta se levantó
- Disculpa, tengo que ir al baño
Saqué el móvil de mi bolso y marque el número del inspector Arribas, mientras Violeta estaba en el baño (hablando por teléfono), le conté al inspector mi conversación para que fueran a vigilar el gimnasio, estaba segura que intentarían forzar mi taquilla, y también quería que supiera la dirección de la casa donde me encontraba, no me fiaba de mi futura suerte.

Cuando Violeta volvió al salón yo ya había guardado el móvil en mi bolso, esperaba que siguiera contándome algo más, pero se sentó a mi lado y me dijo: como comprenderás no puedo fiarme de ti, creo que es mejor que pases aquí un tiempo hasta que todo se solucione, no será mucho, tengo previsto irme pronto. Sí no hay problemas, cuando me marche no tendré ningún inconveniente para que vuelvas con los tuyos.


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